Adora Svitak e su conferencia de TED a sus 12 años de edad
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Jesús,
mi Amor, recordé una técnica de Programación Neurolingüística que conocí en un
curso: el anclaje. Si mi memoria no me falla y sin pretender explicarlo en su totalidad, un
anclaje consiste en evocar un
estado mental a través de un estímulo que puede ser auditivo, visual, o físico.
Así, para anclar un estado mental, necesitamos conectarlo a un estímulo, es
decir, y a manera de metáfora, colocar una piedra (o varias) en ese lugar, asumiendo
que, en nuestra alma o psiquis, un lugar no sólo es el lugar externo y físico,
sino que se compone de toda una gama de emociones, sensaciones y pensamientos
que se dan en un momento determinado. Ahora, para que sea un anclaje real, el momento
debe tener una fuerza muy grande, debe ser lo más vívido posible. Esto es así
en la técnica, pero sucede de manera natural en eventos de nuestra vida.
Lamentablemente es más fácil que un anclaje suceda ante eventos (lugares)
negativos que aquellos positivos. La fuerza del evento es lo que lo “ancla.” Imaginemos
tener que dar una presentación siendo niños frente a un enorme auditorio, y que
todo sea un fracaso: olvidamos las líneas, nos caemos en el escenario, se burlan
de nosotros, nuestra maestra nos regaña porque no hemos hecho bien y nuestros
padres se molestan porque nos hemos puesto a llorar en lugar de levantarnos y
continuar. Sí alguien no le ayuda a ese niño a detener la ola de emociones,
frustraciones y vergüenza, si alguien no detiene las burlas, le ayuda a salir
victorioso, a sacar adelante la situación con dignidad y sin el peso del
fracaso encima, ese niño ha creado un anclaje muy, muy fuerte.
Y si lo hiciera todo bien, ¿cómo podríamos
anclar ese momento de triunfo? Le podemos decir que ponga su mano en el corazón
y reciba esa hermosa sensación de triunfo en su alma, que lo grabe en su
memoria y que recuerde que lo logró. Podemos pedirle a todos que lo feliciten,
podemos hacer un gesto de chocar las palmas (high five) o un baile de triunfo.
No sé, lo que se te ocurra, pero que sea algo fuerte, significativo,
importante, grandioso. Pero si pasa desapercibido, si no le damos ni siquiera
un “estoy orgulloso de ti”, no se va a anclar, no importa cuantos triunfos
tenga.
Es nuestra responsabilidad ayudar en momentos
así, y nuestra es la posibilidad de reconocer, aplaudir, agradecer, darle
significación e importancia a cualquier cosa que otros hagan bien, y ayudarlos
a que lo hagan mejor. Tampoco se trata de aplaudir la ineficiencia. Los seres humanos
no somos tontos, y agradecemos el interés en nuestra mejora. Sabemos también cuando
nos mienten y nadie necesita crear falsas ideas de sus capacidades. Eso hace
aún más daño.
Así que ayúdanos Señor a colocar fuertes y
enormes rocas en las almas de quienes nos rodean. Que se sepan grandiosos,
elegidos, importantes. Y que sepan que, ante el error, siempre habrá quien
pueda ayudarles a encontrar la capacidad que ellos mismos tienen para enfrentar
sus retos. Abre nuestros ojos para que lo hermoso y valioso en cada ser humano nunca
pase desapercibido. Y, si alguien llega a la amargura de la tristeza, del
rencor, del enojo, de la soledad, que estemos conscientes de que hemos
contribuido a ello, que estemos dispuestos a cambiar también. Porque es muy
fácil levantar la piedra para el juicio, pero es difícil levantar la roca para
crear monumentos de victoria, que además no serán para nosotros, sino para
otros. Gracias mi Amor. Te amo.
Foto tomada de un artículo en el que Adora Svitak da 3 consejos para hablar en público: “A former child prodigy who gave 100
speeches before turning 13 shares 3 public speaking tips”:
https://www.cnbc.com/2017/09/08/child-prodigy-who-gave-100-talks-before-she-was-13-shares-speech-tips.html
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