Foto tomada del artículo: "Cómo reconocer los 16 trastornos mentales más comunes" (link al final) |
Después de los reyes Manasés y Amón, que hicieron “lo
que es malo a los ojos de Yavé”, reinó Josías, de quien se dice:
“Ningún rey antes que él se había vuelto hacia Yavé
con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas, estando
totalmente de acuerdo con la Ley de Moisés, como lo hizo él, y cómo él no
siguió ningún rey posterior. 2 Re 23, 25
Siendo Josías rey, el sacerdote Helquías encontró el
Libro de la Ley, que, por lo visto, se perdió entre tantas prácticas profanas.
¿Cuántas veces perdemos de vista lo que Dios quiere para nuestra vida
precisamente por quedarnos en la comodidad de practicar sin cuestionamos, sin
entender el sentido último de aquello que realizamos? Conocer y relacionarnos
con Dios implica siempre conocer su Ley, su Palabra, sus acciones, su ejemplo,
su vida, su actuar. Dios, y Jesús siendo uno con Él, nos brinda poco a poco
entendimiento y comprensión, y lo hace en nuestras experiencias de vida diaria.
Pero, sin conocimiento de su Ley, de su vida y de su actuar, es complicadísimo
que lo podamos reconocer en nuestra vida. No es posible amar a quien no se
conoce. Y quizá lo conoces y de cerca, pero…
“A pesar de eso no se le pasó a Yavé su gran enojo
contra Judá a causa de todas las acciones de Manasés que lo habían
escandalizado.” 2 Re 23, 26
¿Cómo? ¿Conocer a Dios, ser buenos, seguir todos sus
preceptos tal como debe de ser, no nos libra del mal? ¿Eso quiere decir que
Dios es rencoroso? Es una pregunta válida: ¿Alguna vez te la has hecho? ¿Es
Dios rencoroso, celoso, enojón, vengativo? Siempre que intentamos comprender a
Dios lo hacemos con lo que conocemos de nosotros mismos. Dado que estamos
hechos a imagen y semejanza de Dios imaginamos que Dios es “como somos nosotros”.
Por eso, solemos imaginar que todo va bien cuando Dios esta contento con
nuestro actuar, pero todo va mal cuando Dios está enojado con nosotros. Todo
depende de ti, ¿en serio?
Esta idea es tan equivocada como la mucho más reciente
que nos asegura que nuestras “afirmaciones” y nuestros “pensamientos positivos”
nos definen. Libros como “El Secreto” que también vienen en su formato en vídeo,
nos aseguran que el secreto de la felicidad es que atraemos lo que pensamos,
por lo tanto, hay que pensar puras cosas buenas, agradables, positivas.
No niego que eso es cierto, pero el problema es que a
veces convertimos la Verdad en mentira. ¿Cómo? Bueno, no es maldad. Es que
vemos las cosas desde nuestra muy limitada visión y reducimos la Verdad a
fórmulas o recetas. Pero si ponemos atención, “nosotros” estamos hechos a
imagen y semejanza de Dios, no “Dios” está hecho a imagen y semejanza de
nosotros.
No es a Dios a quien hay que reducir a nuestro nivel
humano, es nuestro nivel humano el que hay que elevar a Dios.
De modo que, si bien afirmar que la “Vida es bella” ayuda,
no resuelve muchas cosas, porque la realidad es que a veces la vida no es evidentemente
bella. Negar la Verdad no cambia la realidad. Quizá cambia tu percepción de la
realidad y eso sí puede ayudar, pero no va a resolver ni a cambiarlo todo sólo
porque lo repites hasta el cansancio y te convences de ver lo que no existe.
Es ya muy cansado cuando alguien me dice: “Es que tú
te creas tu depresión porque no dejas de pensar en cosas malas.” El asunto es
que ya lo hice, y no ayudó, al contrario. No puedo convencerme de que “estoy
bien” con solo repetirlo. Si alguien cree que puedo detener las ideas recurrentes
con sólo desearlo, es porque nunca ha vivido en un remolino de ideas
recurrentes que torturan.
La Verdad nos hace libres. Así que llegó el momento en
que tuve que enfrentar esas ideas recurrentes. Tuve que preguntarles: ¿Qué hago
con esto? ¿Qué quieren que logre? ¿Por
qué insisten?
Y fue entonces que logré comprender todo su coraje,
todo su odio, todo su dolor. Yo me esforzaba en ser lo que el mundo me pide que
sea, pero yo necesitaba existir en este mundo siendo quien soy. Y eso no
siempre es bonito, ni positivo, ni agradable. Dios no quiere que yo cambie,
quiere que yo sea la que soy en un nivel más profundo y cercano a Él.
Conocer al profeta Elías, considerado por muchos como
el más grande de los profetas, y escucharlo pedirle a Dios la muerte (1 Re 19,
4) me hizo comprender que nosotros, las personas con un trastorno mental,
tenemos un lugar en el mundo. Escuchar a mis compañeros con trastornos me ha
brindado esperanza y me ha hecho descubrir una enorme fortaleza en la vulnerabilidad.
Muchos de nosotros, y lo digo sin pretensión, somos profetas. Y no porque
podamos predecir el futuro -esos no son profetas, son charlatanes- sino porque
nos atrevemos a hablar con la Verdad. Eso es un profeta. Te invito a que seas
un profeta también: habla con la Verdad.
Hay una hermosa conferencia de TED dada por una mujer
esquizofrénica que es hoy una psicóloga -profeta en la más amplia acepción de
la palabra y alguien que me brinda esperanza y me muestra todo lo que podemos llegar a ser. Se llama Eleonor Longden y para ser psicóloga nunca dejó de ser
esquizofrénica. Sus voces, son hoy, un recurso. Y su trastorno para ella, ya no
es “trastorno” sino “una experiencia”. Y no logró lo que logró negando la
realidad, sino dejando de escuchar que la realidad de los demás, tiene que ser
la suya. Al final incluyo el vídeo y un link a la página de TED, donde puedes encontrar ésta y muchas más pláticas muy interesantes.
En este mundo suceden cosas malas. En este mundo existimos
personas que tenemos una dinámica mental diferente, pero no por eso menos
valiosa. Es mucho lo que aún necesitamos conocer sobre nosotros los humanos,
nuestra mente y su capacidad, pero no comprenderemos nada negando lo que
existe.
Yo soy una persona entera y capaz, que lucha con un
trastorno mental llamado depresión y ansiedad. No ha sido el único diagnóstico
que se me ha dado a lo largo de la vida. He sido, en el pasado, diagnosticada de
Bipolar y como una persona con Trastorno Límite de la Personalidad. Ante estos extremos creo que ser diagnosticada con depresión y ansiedad no está mal, y creo, sinceramente, que se debe a que en buena medida tengo hoy muchos más recursos para enfrentar lo que llega. Lo que sí tengo claro es que antes de definirme como bipolar, TLP o depresiva, soy una persona digna. Y las diferentes maneras en que se me ha diagnosticado
no reduce mi dignidad ni mi capacidad.
La lucha que emprendemos muchos de nosotros tiene que
empezar ahí: somos dignos. Eso también lo aprendí trabajando con presos en la cárcel.
Ellos también son dignos. Y muchos también sufren sus propios trastornos y dependencias. Aún así, la dignidad humana es innegable y no depende de las
circunstancias ni de los errores. Existe como Dios existe. Negarla, es negar el
Espíritu de Dios en todos nosotros.
Dios no quiere que seas “bueno” sino auténtico. Sé quien
eres, conoce el lado bueno y lado malo de tu ser, no niegues lo que existe, lo
que vives, lo que piensas. Negarlo, querer olvidarlo, es reprimir lo que
necesita oxígeno. Al sofocar lo malo, sofocas también lo bueno. Habla de tu
mal, con quien sea, con la pared incluso -y sé que duele mucho hablar con la pared, pero es mejor que guardarlo todo. Pero enfócate en todo lo que hay: no
sólo en lo malo, no solo en lo bueno. Dale dignidad a todo, porque todo te
habla de ti y de tu capacidad, y todo lo que eres es exactamente lo que necesitas
ser para desarrollar todo ese potencial que existe en ti. Tus errores y defectos,
no te definen. Tu semejanza con Dios sí.
Eso significa que a veces, sin importar todo lo bien
que actuemos, el resultado es malo, nos equivocamos o simplemente las cosas no
funcionan, pero eso no te define. Solo prueba que eres valiente y que estás
dispuesto a intentarlo. El enorme fracaso de Jesús al morir en la Cruz, no
disminuyó su actuar ni mató su Espíritu. Hoy, nadie se acuerda del nombre del
hombre que perforó sus manos y sus pies con clavos. Pero todos, incluso quienes
no creen en Él, conocen el nombre de Jesús. El tiempo lo definimos a partir de
Él: Antes de Cristo, Después de Cristo. Eso no fue un fracaso, fue trascender.
Estás en el mundo para trascender. No existe el fracaso.
Entonces, ¿es Dios rencoroso, celoso, enojón,
vengativo? No. A veces simplemente las cosas salen mal, tenemos un trastorno,
necesitamos medicamento, no basta con buenas intenciones, llega una tormenta, hay
un temblor, nos enfermamos, el peso se desploma y nuestros ahorros pierden
valor, nos asaltan y perdemos mucho de lo que nos tomó años conseguir, incluso lo
perdemos todo, perdemos el empleo, en fin. Este es un mundo lleno de acontecimientos
negativos. Pero ese no es Dios enojado. Esa es la vida. Y nosotros somos
quienes tenemos el Espíritu de Dios que nos ayuda a enfrentar nuestro vivir
armados de un Espíritu de Verdad capaz de encontrar la Belleza y la Bondad en
todo y todos. Capaz de transcender nuestra situación, sea la que sea, con empeño,
pero sobre todo con dignidad.
Jesús, que tu dignidad nos brinde la esperanza que necesitamos,
y que nos de el valor de enfrentar nuestra Verdad, sea la que sea, para que
contigo en nuestro corazón, trascendamos la situación y aprendamos a vivir plenamente,
incluso en situaciones nada plenas. Que así sea en tu nombre, amado Jesús, por
el Amor de nuestro Padre-Madre, y con la fuerza del Espíritu de Santidad con el
que quieres revestir nuestras vidas. Y con la intercesión de nuestra madre María:
mujer, hija y esposa, pero sobre todo, humana. Te amo.
Foto:
Damian, ODT. (2016, Diciembre 8). “Cómo reconocer los
16 trastornos mentales más comunes”. Ojo del Tiempo. Tomado de: http://ojodeltiempo.com/como-reconocer-los-16-trastornos-mentales-mas-comunes/
Link a la plática de TED de Eleonor Langden y el vídeo agreagado aquí desde Youtube: Las voces en mi cabeza. Dura aproximadamente 15 minutos y es muy recomendable.
https://www.ted.com/talks/eleanor_longden_the_voices_in_my_head?utm_campaign=tedspread&utm_medium=referral&utm_source=tedcomshare
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