domingo, 18 de noviembre de 2018

Te invito a ser Profeta


Foto tomada del artículo: "Cómo reconocer los 16 trastornos mentales más comunes" (link al final)


Después de los reyes Manasés y Amón, que hicieron “lo que es malo a los ojos de Yavé”, reinó Josías, de quien se dice:

“Ningún rey antes que él se había vuelto hacia Yavé con todo su corazón, con toda su alma, con todas sus fuerzas, estando totalmente de acuerdo con la Ley de Moisés, como lo hizo él, y cómo él no siguió ningún rey posterior. 2 Re 23, 25

Siendo Josías rey, el sacerdote Helquías encontró el Libro de la Ley, que, por lo visto, se perdió entre tantas prácticas profanas. ¿Cuántas veces perdemos de vista lo que Dios quiere para nuestra vida precisamente por quedarnos en la comodidad de practicar sin cuestionamos, sin entender el sentido último de aquello que realizamos? Conocer y relacionarnos con Dios implica siempre conocer su Ley, su Palabra, sus acciones, su ejemplo, su vida, su actuar. Dios, y Jesús siendo uno con Él, nos brinda poco a poco entendimiento y comprensión, y lo hace en nuestras experiencias de vida diaria. Pero, sin conocimiento de su Ley, de su vida y de su actuar, es complicadísimo que lo podamos reconocer en nuestra vida. No es posible amar a quien no se conoce. Y quizá lo conoces y de cerca, pero…

“A pesar de eso no se le pasó a Yavé su gran enojo contra Judá a causa de todas las acciones de Manasés que lo habían escandalizado.” 2 Re 23, 26

¿Cómo? ¿Conocer a Dios, ser buenos, seguir todos sus preceptos tal como debe de ser, no nos libra del mal? ¿Eso quiere decir que Dios es rencoroso? Es una pregunta válida: ¿Alguna vez te la has hecho? ¿Es Dios rencoroso, celoso, enojón, vengativo? Siempre que intentamos comprender a Dios lo hacemos con lo que conocemos de nosotros mismos. Dado que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios imaginamos que Dios es “como somos nosotros”. Por eso, solemos imaginar que todo va bien cuando Dios esta contento con nuestro actuar, pero todo va mal cuando Dios está enojado con nosotros. Todo depende de ti, ¿en serio?

Esta idea es tan equivocada como la mucho más reciente que nos asegura que nuestras “afirmaciones” y nuestros “pensamientos positivos” nos definen. Libros como “El Secreto” que también vienen en su formato en vídeo, nos aseguran que el secreto de la felicidad es que atraemos lo que pensamos, por lo tanto, hay que pensar puras cosas buenas, agradables, positivas.

No niego que eso es cierto, pero el problema es que a veces convertimos la Verdad en mentira. ¿Cómo? Bueno, no es maldad. Es que vemos las cosas desde nuestra muy limitada visión y reducimos la Verdad a fórmulas o recetas. Pero si ponemos atención, “nosotros” estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, no “Dios” está hecho a imagen y semejanza de nosotros.

No es a Dios a quien hay que reducir a nuestro nivel humano, es nuestro nivel humano el que hay que elevar a Dios.

De modo que, si bien afirmar que la “Vida es bella” ayuda, no resuelve muchas cosas, porque la realidad es que a veces la vida no es evidentemente bella. Negar la Verdad no cambia la realidad. Quizá cambia tu percepción de la realidad y eso sí puede ayudar, pero no va a resolver ni a cambiarlo todo sólo porque lo repites hasta el cansancio y te convences de ver lo que no existe.

Es ya muy cansado cuando alguien me dice: “Es que tú te creas tu depresión porque no dejas de pensar en cosas malas.” El asunto es que ya lo hice, y no ayudó, al contrario. No puedo convencerme de que “estoy bien” con solo repetirlo. Si alguien cree que puedo detener las ideas recurrentes con sólo desearlo, es porque nunca ha vivido en un remolino de ideas recurrentes que torturan.

La Verdad nos hace libres. Así que llegó el momento en que tuve que enfrentar esas ideas recurrentes. Tuve que preguntarles: ¿Qué hago con esto? ¿Qué quieren que logre?  ¿Por qué insisten?

Y fue entonces que logré comprender todo su coraje, todo su odio, todo su dolor. Yo me esforzaba en ser lo que el mundo me pide que sea, pero yo necesitaba existir en este mundo siendo quien soy. Y eso no siempre es bonito, ni positivo, ni agradable. Dios no quiere que yo cambie, quiere que yo sea la que soy en un nivel más profundo y cercano a Él.

Conocer al profeta Elías, considerado por muchos como el más grande de los profetas, y escucharlo pedirle a Dios la muerte (1 Re 19, 4) me hizo comprender que nosotros, las personas con un trastorno mental, tenemos un lugar en el mundo. Escuchar a mis compañeros con trastornos me ha brindado esperanza y me ha hecho descubrir una enorme fortaleza en la vulnerabilidad. Muchos de nosotros, y lo digo sin pretensión, somos profetas. Y no porque podamos predecir el futuro -esos no son profetas, son charlatanes- sino porque nos atrevemos a hablar con la Verdad. Eso es un profeta. Te invito a que seas un profeta también: habla con la Verdad. 

Hay una hermosa conferencia de TED dada por una mujer esquizofrénica que es hoy una psicóloga -profeta en la más amplia acepción de la palabra y alguien que me brinda esperanza y me muestra todo lo que podemos llegar a ser. Se llama Eleonor Longden y para ser psicóloga nunca dejó de ser esquizofrénica. Sus voces, son hoy, un recurso. Y su trastorno para ella, ya no es “trastorno” sino “una experiencia”. Y no logró lo que logró negando la realidad, sino dejando de escuchar que la realidad de los demás, tiene que ser la suya. Al final incluyo el vídeo y un link a la página de TED, donde puedes encontrar ésta y muchas más pláticas muy interesantes. 

En este mundo suceden cosas malas. En este mundo existimos personas que tenemos una dinámica mental diferente, pero no por eso menos valiosa. Es mucho lo que aún necesitamos conocer sobre nosotros los humanos, nuestra mente y su capacidad, pero no comprenderemos nada negando lo que existe.

Yo soy una persona entera y capaz, que lucha con un trastorno mental llamado depresión y ansiedad. No ha sido el único diagnóstico que se me ha dado a lo largo de la vida. He sido, en el pasado, diagnosticada de Bipolar y como una persona con Trastorno Límite de la Personalidad. Ante estos extremos creo que ser diagnosticada con depresión y ansiedad no está mal, y creo, sinceramente, que se debe a que en buena medida tengo hoy muchos más recursos para enfrentar lo que llega. Lo que sí tengo claro es que antes de definirme como bipolar, TLP o depresiva, soy una persona digna. Y las diferentes maneras en que se me ha diagnosticado no reduce mi dignidad ni mi capacidad.

La lucha que emprendemos muchos de nosotros tiene que empezar ahí: somos dignos. Eso también lo aprendí trabajando con presos en la cárcel. Ellos también son dignos. Y muchos también sufren sus propios trastornos y dependencias. Aún así, la dignidad humana es innegable y no depende de las circunstancias ni de los errores. Existe como Dios existe. Negarla, es negar el Espíritu de Dios en todos nosotros.

Dios no quiere que seas “bueno” sino auténtico. Sé quien eres, conoce el lado bueno y lado malo de tu ser, no niegues lo que existe, lo que vives, lo que piensas. Negarlo, querer olvidarlo, es reprimir lo que necesita oxígeno. Al sofocar lo malo, sofocas también lo bueno. Habla de tu mal, con quien sea, con la pared incluso -y sé que duele mucho hablar con la pared, pero es mejor que guardarlo todo. Pero enfócate en todo lo que hay: no sólo en lo malo, no solo en lo bueno. Dale dignidad a todo, porque todo te habla de ti y de tu capacidad, y todo lo que eres es exactamente lo que necesitas ser para desarrollar todo ese potencial que existe en ti. Tus errores y defectos, no te definen. Tu semejanza con Dios sí.

Eso significa que a veces, sin importar todo lo bien que actuemos, el resultado es malo, nos equivocamos o simplemente las cosas no funcionan, pero eso no te define. Solo prueba que eres valiente y que estás dispuesto a intentarlo. El enorme fracaso de Jesús al morir en la Cruz, no disminuyó su actuar ni mató su Espíritu. Hoy, nadie se acuerda del nombre del hombre que perforó sus manos y sus pies con clavos. Pero todos, incluso quienes no creen en Él, conocen el nombre de Jesús. El tiempo lo definimos a partir de Él: Antes de Cristo, Después de Cristo. Eso no fue un fracaso, fue trascender. Estás en el mundo para trascender. No existe el fracaso.

Entonces, ¿es Dios rencoroso, celoso, enojón, vengativo? No. A veces simplemente las cosas salen mal, tenemos un trastorno, necesitamos medicamento, no basta con buenas intenciones, llega una tormenta, hay un temblor, nos enfermamos, el peso se desploma y nuestros ahorros pierden valor, nos asaltan y perdemos mucho de lo que nos tomó años conseguir, incluso lo perdemos todo, perdemos el empleo, en fin. Este es un mundo lleno de acontecimientos negativos. Pero ese no es Dios enojado. Esa es la vida. Y nosotros somos quienes tenemos el Espíritu de Dios que nos ayuda a enfrentar nuestro vivir armados de un Espíritu de Verdad capaz de encontrar la Belleza y la Bondad en todo y todos. Capaz de transcender nuestra situación, sea la que sea, con empeño, pero sobre todo con dignidad.

Jesús, que tu dignidad nos brinde la esperanza que necesitamos, y que nos de el valor de enfrentar nuestra Verdad, sea la que sea, para que contigo en nuestro corazón, trascendamos la situación y aprendamos a vivir plenamente, incluso en situaciones nada plenas. Que así sea en tu nombre, amado Jesús, por el Amor de nuestro Padre-Madre, y con la fuerza del Espíritu de Santidad con el que quieres revestir nuestras vidas. Y con la intercesión de nuestra madre María: mujer, hija y esposa, pero sobre todo, humana. Te amo.


Foto:

Damian, ODT. (2016, Diciembre 8). “Cómo reconocer los 16 trastornos mentales más comunes”. Ojo del Tiempo. Tomado de: http://ojodeltiempo.com/como-reconocer-los-16-trastornos-mentales-mas-comunes/



Link a la plática de TED de Eleonor Langden y el vídeo agreagado aquí desde Youtube: Las voces en mi cabeza. Dura aproximadamente 15 minutos y es muy recomendable.
https://www.ted.com/talks/eleanor_longden_the_voices_in_my_head?utm_campaign=tedspread&utm_medium=referral&utm_source=tedcomshare



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