miércoles, 3 de octubre de 2018

¿A quién señalas y por qué?



“En cuanto Ajab (entonces rey de Israel) divisó a Elías, le dijo: «¡Ah! ¡Aquí está el causante de la desgracia de Israel!» Elías le respondió: «No soy yo el causante de la desgracia de Israel, sino tú y la casa de tu padre, porque han abandonado los mandamientos de Yavé y se han vuelta a los Baales.” 1 Re 18, 17-18

“¡Aquí está el causante!” ¿Sabías que siempre, siempre, siempre que alguien abuse de otra persona (en cualquier sentido y de cualquier manera) lo primero que hará será señalarle como culpable de esa situación? ¡Siempre sucede! 

Es tu imaginación. Es tu actitud. Es tu falta de compromiso. Es tu vestimenta provocadora. Es tu falta de atención. Es que no te das a respetar. Es tu falta de autoestima. En fin. Hay veinte mil o más “es que esto o aquello”. 

Una excelente maestra y terapeuta de desarrollo humano, hace años nos dijo al grupo: “cuando señalas a alguien con el dedo no te queda más que doblar el resto de los dedos, y, si pones atención, mientras un dedo señala hacia el frente, otros tres señalan a ti, y a veces, hasta el pulgar señala hacia arriba.”

Ella era psicóloga jungiana y a los jungianos les encantan los símbolos y los arquetipos, así que explicó, palabras más, palabras menos: el dedo del que estás consciente es el que señala al otro, pero de todos los demás no te has dado cuenta. Es hermoso que mientras tratas de disfrazar tu responsabilidad, estás diseñado de tal manera que todo tu ser te grite: ¡Ey, aquí hay algo en lo que tienes que poner atención! Y es que tres dedos te señalan a ti, porque antes de señalar a otro y culparlo deberías preguntarte, “qué hice o hago yo para que esta situación se dé, o en su defecto, qué puedo hacer yo para contribuir a que no se dé”. A veces, incluso el pulgar señala hacia arriba, es decir, hacia Dios, o si prefieres verlo así, hacia la necesidad de elevar tu consciencia por encima de la conveniencia de no tomar cartas en el asunto y limitarte a decir, no es mi culpa ni mi responsabilidad. Pero amar es buscar la acción más elevada, y ese siempre será el camino. 

Jesús, ayúdanos a ayudar. Ayúdanos a dejar de señalar culpas y a buscar soluciones juntos. A hacernos de herramientas de crecimiento, no de excusas para no intentar mejorar. Ayúdanos a darnos cuenta de que el otro siempre hace lo mejor que puede dentro de sus límites y sus sombras. Todos pecamos de inconsciencia. A todos nos cuesta trabajo aceptar lo que hacemos y lo que no hacemos. Pero nadie lo hará si sólo se le señala y no se le habla con la verdad y de frente; una verdad que siempre incluye nuestra participación. 

Jesús, no nos permitas vivir para colocarnos por encima de los demás y creer que somos mejores. Ayúdanos a tratar de ver las cosas desde la perspectiva del otro, quizá hay algo que de lo que no nos hemos dado cuenta y que valdría la pena considerar. 

Bendito eres Jesús, bendito es tu nombre que puede darnos la fuerza y la disposición de detenernos un momento, dejar de señalar a los demás, y si hemos de hablar de defectos, lo hagamos de frente y dispuestos siempre a ver en qué necesitamos cambiar o mejorar también nosotros. Que sea tu intervención la que busquemos y tu luz la que nos permita ayudar y ayudarnos. Gracias mi Amor, mi Vida, mi Ser. Te amo. 


Foto tomada de: User Jeremykemp on en.wikipedia - Jeremykemp, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1189431




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