jueves, 4 de octubre de 2018

Dejemos de esquivar culpas



“Entonces Elías se acercó al pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo saltarán de un pie al otro? Si Yavé es Dios, síganlo; si lo es Baal, síganlo». El pueblo no respondió.” 1 Re 18, 21

Lo más significativo de estas palabras de Elías, es que pide al pueblo que se defina, que deje de jugar su juego de doble moral. No les dice: “sigan a Yavé, y a nadie más.” No. Les pide congruencia… Nos pide congruencia. Nos pide que sigamos lo que sea que queramos seguir, pero que dejemos de vivir cambiando de cara dependiendo del terreno que pisamos. 

Tomemos todo nuestro ser y vivamos los principios que aseguramos tener. Hay que dejar de lavarnos las manos con el dolor de nuestros semejantes y dejar de buscar “lo que nos conviene” según quién nos ve. Frente a unas personas soy tal y cual, frente a otras, soy todo lo contrario. No. No estás engañando a nadie. Tarde o temprano la gente termina dándose cuenta de que en ti no pueden confiar. Porque igual hoy les brindas un rostro amigo, y mañana hablas a sus espaldas y justificas todos tus abusos o extremos con sus debilidades, sufrimientos, inconsciencias, temperamento o carácter. Siempre serán los demás quienes merecen la crítica y tú vivirás brincando de un lado a otro tratando de esquivar la responsabilidad que te toca. 

Suena a caricatura, ¿no? Brincar de un lado a otro tratando de esquivar balas. Quizá ese es el problema. Creemos más en la culpa, en la condena y en el castigo, que en la ayuda mutua y la responsabilidad. Quizá por eso decir “lo siento” cuesta tanto trabajo. Implica aceptar que quizá el otro hace todo lo que está a su alcance y no merece, por eso mismo, ni desprecio ni crítica. Estamos, además, casados con la idea de que asumir una responsabilidad es reconocer una culpa. Por eso señalamos culpas en todos lados, para que no nos toque el castigo a nosotros. Pero eso no es así. Lo que está en juego no es la culpa. Lo que está en juego es el bienestar de todos, y para eso, todos tenemos que asumir nuestra responsabilidad. Y la responsabilidad no es culpa, es la habilidad para responder a situaciones y eso implica reconocer la situación (sin culpas) y establecer una estrategia para tratar de hacerle frente. Todo “frente de combate”, como bien lo sabe un estratega militar, no se logra con una persona, sino con un equipo de personas. 

Por eso, no importa tanto si vas a seguir a Yavé o a Baal. Lo que importa más que nada es que dejes de brincar de un lado a otro tratando de esquivar culpas que nadie tiene. Ni Yavé ni Baal van a fulminarte con un castigo. El castigo lo establecemos cuando negamos nuestra responsabilidad y decidimos castigar sólo a una persona, que claro, nunca seremos nosotros. Dios no está buscando culpables. Busca consciencias y manos que quieran trabajar para el bien de todos, no para evitarse castigos imaginarios que a la larga nos sumen a todos en la incomprensión y la soledad. 

Jesús, danos la voluntad de servirte de lleno y con congruencia. Danos la voluntad de hacer lo que nos toca y dejar de lavarnos las manos con el dolor y los defectos de los demás. Permítenos responsabilizarnos de nuestras acciones y dejar de esquivar culpas que Tú no nos has impuesto y que sólo imponen las mentes estrechas, limitadas e incapaces de ver lo que los demás sí hacen, o por lo menos intentan hacer desde su incompleto ser (¿y quién en este mundo es un ser “completo”?). Perdónanos por no asumir el amor, la tolerancia y la buena voluntad que son expresiones de tu Ser. Y que ese perdón llegue a la Verdad de nuestro corazón para que seamos también capaces de perdonar a quienes demasiadas veces y con la mano en la cintura, nos condenan. Gracias. 



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