“Entonces Elías se
acercó al pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo saltarán de un pie al otro? Si Yavé es
Dios, síganlo; si lo es Baal, síganlo». El pueblo no respondió.” 1 Re 18, 21
Lo más significativo de
estas palabras de Elías, es que pide al pueblo que se defina, que deje de jugar
su juego de doble moral. No les dice: “sigan a Yavé, y a nadie más.” No. Les
pide congruencia… Nos pide congruencia. Nos pide que sigamos lo que sea que
queramos seguir, pero que dejemos de vivir cambiando de cara dependiendo del
terreno que pisamos.
Tomemos todo nuestro
ser y vivamos los principios que aseguramos tener. Hay que dejar de lavarnos
las manos con el dolor de nuestros semejantes y dejar de buscar “lo que nos
conviene” según quién nos ve. Frente a unas personas soy tal y cual, frente a
otras, soy todo lo contrario. No. No estás engañando a nadie. Tarde o temprano
la gente termina dándose cuenta de que en ti no pueden confiar. Porque igual
hoy les brindas un rostro amigo, y mañana hablas a sus espaldas y justificas
todos tus abusos o extremos con sus debilidades, sufrimientos, inconsciencias,
temperamento o carácter. Siempre serán los demás quienes merecen la crítica y
tú vivirás brincando de un lado a otro tratando de esquivar la responsabilidad
que te toca.
Suena a caricatura,
¿no? Brincar de un lado a otro tratando de esquivar balas. Quizá ese es el
problema. Creemos más en la culpa, en la condena y en el castigo, que en la
ayuda mutua y la responsabilidad. Quizá por eso decir “lo siento” cuesta tanto
trabajo. Implica aceptar que quizá el otro hace todo lo que está a su alcance y
no merece, por eso mismo, ni desprecio ni crítica. Estamos, además, casados con
la idea de que asumir una responsabilidad es reconocer una culpa. Por eso
señalamos culpas en todos lados, para que no nos toque el castigo a nosotros.
Pero eso no es así. Lo que está en juego no es la culpa. Lo que está en juego
es el bienestar de todos, y para eso, todos tenemos que asumir nuestra responsabilidad.
Y la responsabilidad no es culpa, es la habilidad para responder a situaciones
y eso implica reconocer la situación (sin culpas) y establecer una estrategia
para tratar de hacerle frente. Todo “frente de combate”, como bien lo sabe un
estratega militar, no se logra con una persona, sino con un equipo de personas.
Por eso, no importa
tanto si vas a seguir a Yavé o a Baal. Lo que importa más que nada es que dejes
de brincar de un lado a otro tratando de esquivar culpas que nadie tiene. Ni
Yavé ni Baal van a fulminarte con un castigo. El castigo lo establecemos cuando
negamos nuestra responsabilidad y decidimos castigar sólo a una persona, que
claro, nunca seremos nosotros. Dios no está buscando culpables. Busca
consciencias y manos que quieran trabajar para el bien de todos, no para
evitarse castigos imaginarios que a la larga nos sumen a todos en la
incomprensión y la soledad.
Jesús, danos la
voluntad de servirte de lleno y con congruencia. Danos la voluntad de hacer lo
que nos toca y dejar de lavarnos las manos con el dolor y los defectos de los
demás. Permítenos responsabilizarnos de nuestras acciones y dejar de esquivar
culpas que Tú no nos has impuesto y que sólo imponen las mentes estrechas, limitadas
e incapaces de ver lo que los demás sí hacen, o por lo menos intentan hacer
desde su incompleto ser (¿y quién en este mundo es un ser “completo”?). Perdónanos
por no asumir el amor, la tolerancia y la buena voluntad que son expresiones de
tu Ser. Y que ese perdón llegue a la Verdad de nuestro corazón para que seamos
también capaces de perdonar a quienes demasiadas veces y con la mano en la cintura,
nos condenan. Gracias.
Foto tomada de: https://www.toledoblade.com/Culture/2005/03/16/Let-it-fly-Adult-dodgeball-league-offers-fitness-fun.html?abnpageversion=evoke
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