lunes, 1 de octubre de 2018

¡Eli-ya!



“Aquí aparece Elías, cuyo nombre permanecerá como el más grande entre los profetas. Cuando Jesús se transfigure, Elías estará a su lado (Mc 9,2).

“El nombre de Elías es un programa: Eli-ya quiere decir: Yavé-mi-Dios. Viene de Tisbé, al otro lado del Jordán. Esa región pobre y más alejada de las nuevas influencias se había mantenido fiel a su fe. 

“Frente a la apostasía, es decir, la infidelidad de todo su pueblo, se levanta solo. Se siente responsable de la causa de su Dios y actúa sin esperar que otros hayan empezado. […]

“La fe del que pide es una fuerza, igual que las leyes físicas del universo, y cuando pedimos a Dios lo imposible, confiados en que Él mismo quiere darlo, Él dispone de muchos medios para que esto suceda. […]

“Elías empieza su misión de profeta atacando el desorden más grande, que es no poner a Dios por encima de todo.”  

Todo lo anterior forma parte del comentario de la Biblia Latinoamericana (2005) de los primeros versículos del capítulo 17 del Primer Libro de Reyes. Me encantó que nos presentaran a Elías y nos enfrentaran a la fuerza del acto de presentarse frente al rey Ajab, así, sin más, y decirle: “Tan cierto como que vive Yavé, Dios de Israel, a quien sirvo, que no habrá estos años ni rocío ni lluvia, a menos que yo lo ordene.” (1 Re 17, 1) 

¡Qué golpe! ¡Qué fuerza tuvo su palabra! Porque efectivamente, no hubo lluvia ni rocío. Ni siquiera para él, que se vio obligado a pedir ayuda a una viuda, cosa que por otro lado no le costó trabajo, era un hombre que a todas luces podía ver que Dios actúa a través de los más pequeños y aparentemente menos importantes y más desamparados. Ella le dio alimento y él le dio la certeza de que en esa época de sequía ni ella ni su hijo se quedarían sin comer, pues “la harina del tiesto no se acabará y el aceite del cántaro no se terminará hasta el día en que Yavé haga llover sobre la tierra.” (1 Re 17, 14)

Mi Bien, mi Amor, que el nombre de Elías, “Eli-ya”, Yavé-mi-Dios, sea el beso con el que me despierto y la caricia con la que me recuesto todos los días del resto de mi vida. Que su nombre sea mi oración más completa y mi fe más certera. Que ese “ya” implique la aceptación total de tu Presencia infinita y absoluta, la manifestación inmediata de tu Voluntad. Que encuentre en Elías el compañero que me enseñe a caminar en la certeza de que no hay fuerza más grande que la que Tú brindas, ni voluntad más firme que la que Tú expresas. Que, como él, logre vivir en la sequía alimentándome de lo poco que pueda compartir con otros y lo poco que otros logren compartir conmigo. Que ese poco se multiplique para todos y nos alcance, y llegue incluso a trasmutar ánimos y trasformar corazones y mentes, para que, llegado el día, llueva en abundancia y todos seamos tocados por la caricia de la aceptación de tu Presencia en nuestra vida: ¡Eli-ya!

Te amo. 




1 comentario:

  1. Gracias Amida qué linda enseñanza Dios nos de gracia y apertura para caminar como Eluas

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