“Al final de su vida,
David, que había ya perdido a dos de sus hijos por la carrera al trono, eligió
usando de su autoridad real a una de las mujeres cuyo hijo sería el heredero al
trono; de este modo fue designada Betsabé como reina madre, y su hijo Salomón
sería quien reinaría en lugar de su padre David.
“A contar de ese día,
conscientes de la importancia de la dinastía davídica en la historia de la
salvación, los libros de los Reyes mencionarán para cada reinado a la mujer que
hubiere sido designada como reina madre y cuyo hijo habría de subir al trono de
Jerusalén. […] Y cuando llegue Jesús, el verdadero descendiente de David, el
Evangelio nos dirá cuál es la mujer elegida entre todas, a la que Dios, con su
soberana autoridad, ha designado para que dé a luz al Hijo y al Heredero.” Comentario del primer capítulo de 1 Reyes de
la Biblia Latinoamericana (2005)
Hoy, 8 de septiembre,
celebramos el nacimiento de María, mujer bendita entre todas las mujeres. Y hoy
me tocó leer estas palabras que se refieren a ella. Me gustan las casualidades.
Me gustan mucho.
¿Sabías que, según el
capítulo 30 del libro de Números, los compromisos hechos a Dios se cumplen
siempre… a menos que seas mujer, porque en ese caso sólo estás obligada a
cumplirlo si tu padre o esposo (dependiendo de si eres soltera o casada) están
de acuerdo?
“Si una mujer hace un
voto a Yavé o se compromete con juramento en su juventud, cuando está en casa
de su padre, si su padre, al enterarse de su voto o del compromiso que ha
contraído, no le dice nada, serán válidos. Pero si su padre, el mismo día en
que se entera de cualquiera de sus votos o de los compromisos que ha contraído,
lo desaprueba, no serán válidos. Yavé no se lo tomará en cuenta, pues su padre
lo ha desaprobado.” Num 30, 4-6
Ahora, en todas las
culturas antiguas se habla y se da un valor relevante a la virginidad de las
mujeres. Esto no es sólo un asunto de machismo, aunque definitivamente a este
símbolo se le ha reducido mucho con ideas de que al perder una mujer su
virginidad, pierde valor. Pero ser virgen, como símbolo arquetípico, tiene un
sentido, un significado y una relevancia muy importante. En el libro “Las
diosas de cada mujer”, de la psicóloga junguiana Jean Shinoda Bolen, se analizan
siete arquetipos femeninos representados por diosas griegas. Esta estudiosa del
psicoanálisis junguiano nos explica que hay 3 tipos de diosas (arquetipos
femeninos): las diosas vírgenes, las diosas vulnerables, y la diosa alquímica.
Sin entrar en detalle
(mejor lean el resumen del libro o mejor aún, lean el libro, es muy interesante
y toda mujer debería leerlo), la virginidad es una característica que le da a
la mujer independencia con respecto al hombre: “Cuando una mujer vive toda su
vida un arquetipo de virgen, quiere decir que una parte significativa de ella
es psicológicamente virginal, no que sea física y literalmente virgen. Una
parte de su psique ‘no pertenece a nadie’.” (1)
Y antes de que alguien
pegue el grito en el cielo por aquello de que no implica que sea “física y
literalmente virgen”, por favor recuerden que estoy hablando de arquetipos y
significados, no de realidades.
Además, y es mejor que
lo diga de una vez, yo creo firmemente que María fue virgen en el momento de
concebir, y para mí eso es suficiente. Pero definitivamente si lo fue después o
no, si tuvo más hijos o no (creo que está claro que no), me tiene sin cuidado y
creo, firmemente que no es de mi incumbencia ni debería de ser de la de nadie. Finalmente,
ella se casó, y si su esposo y ella tuvieron o no relaciones después y con ello
más hijos, pues es asunto entre ellos y Dios.
Lo aclaro antes de
continuar porque sinceramente es absurdo que haya católicos y protestantes que
se tomen estas discusiones tan a pecho y se sientan con el derecho de
discutirlo. ¿Quién se creen que son? ¿Les gustaría que su madre esté en boca de
todos? Que sí fue virgen por siempre o que si no lo fue. Nadie tiene derecho a
hablar de la madre de nuestro Salvador e imputarle la decisión de ser literalmente
virgen eternamente o la condena de no serlo.
Dicho lo anterior,
dejemos de lado la estrechez mental, y hablemos de sentidos y significados. Su
realidad no es nuestra para discutir con la libertad y la ligereza con que se
hablan y comparten chismes.
El símbolo de la
“virgen” implica que esa mujer “no pertenece a nadie”. Por lo tanto, como
describió Esther Harding, otra psicoanalista junguiana: “Una
mujer que es virgen, completa-en-sí-misma, hace lo que hace, no por algún deseo
de agradar, no para gustar o ser aprobada, ni siquiera por sí misma; no por
algún deseo de obtener poder sobre otra persona, para captar su interés o su
amor, sino porque lo que hace es verdad. Su acción puede ser efectivamente no
convencional.” (2)
¡Me encanta María!
Imagino a la joven mujer recibiendo la noticia: “Serás madre”. Imagino la
inocencia con que lo cuestionó: “Pero, ¿cómo puede ser eso si soy virgen?” Fue
una pregunta muy válida, el tipo de pregunta que hace alguien con una fe que no
es ciega: ¿Cómo? “Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y
el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que
nacerá de ti será llamado Hijo de Dios.»” (Lucas 1, 35) La pregunta tiene valor
y significado, no porque tuviera que entender todo el proceso, sino porque la
respuesta le ayudó a comprender que se estaba introduciendo en el Misterio de
Dios, un misterio de sentidos y simbolismos, no de realidades inflexibles.
La pregunta de la fe
de María que quiere ver el futuro y comprender el sentido de lo que hoy sucede,
fue una pregunta muy diferente a la de Zacarías -al momento de que se le anuncia
que su mujer Isabel tendría un hijo. Zacarías es lo que yo llamo un hombre de
fe, pero su fe es ciega, no puede ver más allá de las posibilidades inmediatas:
“¿Quién me lo puede asegurar? Yo ya soy viejo y mi esposa también.” (Lucas 1,) La consecuencia fue quitarle la
voz, por lo menos mientras duraba el embarazo. Las personas con una mentalidad
hecha, inflexible, que creen en lo que creen y no van a darse la oportunidad de
creer otra cosa, vaya, ni siquiera de contemplarlo como una posibilidad. Las
personas de fe ciega son intolerantes a la verdadera fe, la que cuestiona, la
que pregunta cómo, por qué, la que no se conforma con una orden, sino que
quieren saber cuál es su participación y qué es lo que se espera de ellos. Por
eso es mejor hacer oídos sordos a sus voces, que negarán la presencia de la
divinidad en todos y cada uno de los hijos/as amados/as de Dios. Para ellos, eso
simplemente no es posible.
María, además, es una
mujer virgen porque no corrió a buscar ni la aprobación de su padre ni la de su
futuro esposo para dar un sí. Ella es una mujer-completa-en-sí-misma. Tuvo fe
en su propia capacidad de dar un sí. Tuvo fe en su propia capacidad de pedir
qué se le explicara: ¿Cómo sucederá? ¿Qué necesitas, Dios mío? No se sintió
incapaz de comprender ni se minimizó ante la grandeza de la respuesta. “«Yo soy
la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.»” (Lucas 1, 38)
Amo a María. Es la
mujer que representa lo femenino por excelencia. Yo no me la imagino toda
sumisa y con carita de “mosquita muerta”, como tantas veces nos la pintan. La
imagino decidida. La imagino valiente. La imagino terca (como cuando le
insistió a Jesús que ayudara a los novios en las bodas de Canán). La imagino
callada, pero no porque -como se nos llega a decir a las mujeres: “calladita se
vea más bonita”- sino porque ella contemplaba, escuchaba con atención, meditaba
y actuaba. Ella sirve a su Señor, ama a su Hijo, y vive para el Espíritu de
ambos. Y todo, todo, todo lo hace por amor, con una fe inquebrantable, y con la
esperanza puesta en el presente: en lo que puedo hacer hoy, aquí y ahora. Para
ella, el futuro ya está dado, ya es una realidad, como tan bien lo expresa en el
Magnificat, preciosa oración de gratitud y alabanza. (Lucas 1, 46-55)
Y sí, tal y como Dios se
lo dijo a la serpiente (representación de la falsa idea de que el “poder” nos
igualará a Dios): “Morderás el talón de la mujer (sufrirás) pero ella te
aplastará la cabeza (la fuerza y el poder serán vencidos por la delicadeza
humana).” Dicho de otra forma: “en nuestra debilidad, esta la fuerza”. Y María
fue la primera en recorrer ese camino, que más adelante Jesús perfeccionaría.
Dios se aseguró de que su Hijo tuviera una madre que supiera educarlo con ejemplo
de amor y entrega.
Gracias Dios mío por
María Hija, María Madre y María Esposa. Todas ellas son una sola Mujer. La
expresión viva de la fe, la esperanza y la caridad. Bendita eres entre todas
las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre: Jesús.
Te amo.
(1) Vanek Lemus, Karín. (2018, Sept. 8). "El sentido de ser mujer. Resumen del libro: "Las diosas de cada mujer" de Jean Shinoda Bolen. Logoforo. Tomado de: https://logoforo.com/el-sentido-de-ser-mujer-resumen-del-libro-las-diosas-de-cada-mujer-de-jean-shinoda-bolen/
(2) Ibídem
Foto tomada del video en Youtube, “Un ángel anuncia el Nacimiento de Cristo a María”. Tomado de: https://www.youtube.com/watch?v=XL1EJpD0eas
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