sábado, 15 de septiembre de 2018

Un camino se sigue, no se espera

Pintura de John Atkinson Grimshaw

“Salomón mandó luego este mensaje a Hiram: «Como tú lo sabes, Yavé puso al final a todos los enemigos de David bajo la planta de sus pies, pero esas guerras le impidieron a mi padre construir un templo para el Nombre de Yavé, su Dios. Ahora que Yavé, mi Dios, me ha dado la paz por todos los lados, y que no hay más enemigos ni pestes, pienso edificar ese templo para el Nombre de Yavé, mi Dios. El mismo declaró a David, mi padre: «Tu hijo, al que pondré en tu trono en vez de ti, será quien construya la Casa de mi Nombre».” 1 Re 5, 16-19

Alejandro González es mi esposo. Un hombre bueno que me ha apoyado siempre, incluso en momentos en que todo indicaría que no merezco apoyo. No es un hombre perfecto, y no es un hombre creyente en el sentido estricto del término. No soporta las multitudes -y para él una multitud ya son tres personas desconocidas en un cuarto- y vive en un riquísimo mundo interior de video juegos, historias, lecturas, teorías, comics, computadoras, e información. Para todos, él es un hombre hosco e insensible. Para mí, ha sido un pilar que no me ha dejado caer, y es dulce y tierno hasta el extremo de llegar a ser empalagoso -por decirlo de algún modo- pero definitivamente, es hermoso ser amada así. 

Lo que siempre será es mi amigo. Mi más grande y mejor amigo. Nuestra relación se basa en hablar. Hablamos y ni él me entiende del todo, ni yo a él. Pero hablamos e intentamos salvar distancias y tratar de sentir lo que el otro siente o pensar como el otro piensa. Nunca lo logramos, pero la relación no existe por lo que no se logra, sino por el tiempo y la disposición a compartir mundos interiores que, de repente, sin darte cuenta, comprendes, aunque en realidad no los entiendas, por qué puedes acercarte al sentir, y eso es enorme. Nosotros podemos perfectamente enojarnos y discutir, con una sonrisa en la cara, a veces incluso muertos de risa y completamente molestos. 😉
 
Al prender hoy la computadora, en mi página de inicio surgió un texto que mi esposo, Alejandro, compartió. Es una cita del libro “Pathways to Bliss” de Joseph Campbell, quien es famoso por sus estudios de mitos y por su teoría sobre el monomito, o camino del héroe. 

Se los comparto también para que tengan el gusto de conocer un poco a ese hombre increíblemente hosco y al mismo tiempo sensible e inteligente que es mi amigo y mi amor, que es el padre de mi hija, y que a ella y a mí nos ayuda a balancear nuestros ánimos nada fáciles de comprender o calmar. El texto lo compartió originalmente en inglés, de modo que esto es mi traducción (y los paréntesis también son míos). Si gustan leer la cita original en inglés, la comparto al final.  

“Constantemente escuchamos sobre la revolución que hay a nuestro alrededor: la revolución, la revolución, la revolución. Pero la revolución no tiene que ver con el destruir algo; tiene que ver con traer algo hacia adelante (hacia la luz, hacer que algo surja, actuar). Si te pasas la vida pensando en esa bruja que atacas, entonces estás ligada a eso de manera negativa. Tienes que encontrar el celo en ti mismo y sacar eso. Esto es lo que se te ha dado -una vida para vivir. Marx nos enseña a culpar a la sociedad de nuestras fragilidades; Freud nos enseña a culpar a nuestros padres de nuestras fragilidades; la astrología nos enseña a culpar al universo. El único lugar para buscar la culpa es dentro de ti: tú no tuviste las agallas de hacer que tu luna llena salga y vivir la vida que era tu potencial.” Joseph Campbell, Pathways to Bliss: Mythology and Personal Transformation.

¿Qué tiene que ver con nuestra cita de hoy? Todo. No podemos crear algo -menos aún construir el Templo de Dios en nosotros- mientras estemos en guerra. Necesitamos paz. Joseph Campbell nos dice que creer que hacemos una revolución atacando la sociedad, atacando nuestras circunstancias de vida, atacando al destino, es estar condenado a vivir una vida de escusas. Deja de lavarte las manos, nos dice. Asume tu culpa, carga tu cruz, sacrifica tus pesares, y cambia. No puedes dejarle las cosas ni al universo ni a Dios. 

No estoy diciendo que no dejes tu vida en “manos de Dios”. Lo que digo es que hace falta comprender que Dios no lo va a hacer por ti. Te dio a su hijo para que sigas sus pasos, y en cada paso que des, consciente de lo que haces, Jesús camina contigo, y te deja llevar su carga (perdón), para llevar Él la tuya (culpa). “Mi carga es ligera”, nos asegura. Y tiene razón.

Pero tienes que recorrer el camino. Si no lo recorres y te quedas sentado a ver qué sucede, que te trae el destino, cómo se comportan los demás, qué se despierta en los otros, entonces siéntate a esperar un cambio que no va a llegar, y que te va a amargar la vida. 

Jesús caminó sobre esta tierra como un hombre común, despertó a su llamado (bautismo); no comprendía lo que había que realizar, reflexionó y medito su camino (pasó tiempo en el desierto y fue tentado); se vio obligado a dar una respuesta para iniciar el recorrido (las bodas de Canaan); estableció una manera de ser por la que apostaba (sermón del monte); vivió e hizo lo que predicaba (curo, ayudó, escuchó, enseñó); buscó crear comunidad (tuvo sus discípulos y compartía con ellos sus conocimientos, y escuchaba sus inquietudes, de hecho, no los llamó sirvientes y nunca fue su jefe, sino amigos, y eso fue: su amigo); retó a la autoridad falsa y habló con la verdadera autoridad que brinda el ser íntegros y congruentes; sufrió las consecuencias de sus actos y a nadie culpó por lo dicho o hecho, fue acusado de todo: loco, creído, traidor, pecador, demonio, alborotador, entre otras cosas; fue traicionado y sabía que lo sería porque no se puede ser uno mismo sin que haya alguien a quien le moleste que no entres en el juego de participar de la farsa que se vive en templos, Iglesias, sociedades y familias, en las que las apariencias son lo único que se cuida incluso más que la vida. Y aún así, sabiendo que sería traicionado, se quedó y siguió hablando, y siguió brindando de sí, hasta que no quedó otra salida que matarlo, callarlo de una vez por todas. Vivió su pasión y bajó a los infiernos del dolor, abandono y soledad, y subió a la resurrección de una revolución que implicó un cambio personal, antes que nada, y que abrió la posibilidad para que todos podamos recorrer el camino de este inigualable héroe con su guía, su bendición y su presencia paso a paso.

De modo que si las cosas no son lo que quieres que sean: haz algo al respecto. Busca tu paz interior y sal, ya no a luchar contra tus demonios ni a culpar al universo, a la sociedad, a tu familia y genética, ni a las personas que te traicionan o ignoran. Haz que salga tu luna llena, vive la vida que es tuya, y encuentra la paz en el camino recorrido, que es más un asunto de caminar que de tener respuestas y soluciones absolutas y definitivas. Una revolución se construye, no surge de la nada. Y las mejores revoluciones son las que se dan en la acumulación de lo pequeño. Así que a trabajar en el aquí y ahora.

Bendito sea Dios que nos dio a su Hijo para acompañarnos en la aventura de descubrir su presencia no como destino, sino como camino, en el que la luna llena de un Espíritu Vivo ilumina nuestras obscuridades y nos permite ver ahí donde la luz parece haberse extinguido, sólo para descubrir que las brujas de nuestras pesadillas son sombras de árboles viejos y secos. El día traerá al sol para caminar en paz y ver con mayor certeza que nada es tan terrible después de todo, y que somos muchos los que caminamos en la luz. Lo creamos o no. 

Te amo.  

“We keep hearing about the revolution around us all the time: the revolution, the revolution, the revolution. Revolution doesn’t have to do with smashing something; it has to do with bringing something forth. If you spend all your time thinking about that witch you are attacking, then you are negatively bound to it. You have to find the zeal in yourself and bring that out. That is what’s given to you – one life to live. Marx teaches us to blame the society for our frailties; Freud teaches us to blame our parents for our frailties; astrology teaches us to blame the universe. The only place to look for blame is within: you didn’t have the guts to bring up your full moon and live the life that was your potential."

Joseph Campbell, Pathways to Bliss: Mythology and Personal Transformation



Foto tomada de: http://bestthingforyou.blogspot.com/p/art.html

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