lunes, 24 de septiembre de 2018

Evitemos perder piso



“Jeroboam también se rebeló contra al rey. En los últimos años de Salomón, varios opositores se rebelaron. Aquí aparece el hombre que quitará al hijo de Salomón la mayor parte del país y dividirá definitivamente al pueblo.

“En el poema de la Torre de Babel (Gen 11), la división de los pueblos fue presentada como la consecuencia y el castigo de una política orgullosa. Va a ser lo mismo para el Reino de Israel.”  Comentario de la Biblia Latinoamericana a 1 Re 11, 26.

Por eso Babel, un mundo de ideas, sentires, posturas, poderes, ideales, sueños, aspiraciones, en fin, todo saber que define nuestro actuar, se recorre caminando, no escalando. No hay idea mejor que otra. Hay ideas más cercanas a la verdad, es decir realistas, e ideas más alejadas de la verdad, es decir, insostenibles. Pero ninguna es mejor que otra. Querer darle un valor a una idea es como querer explicar un poema y convertirlo en ensayo filosófico. Son cosas distintas y se tratan distinto. Pueden estar más cerca o lejos del tronco del Árbol de la Verdad, pero ambos son frutos, no árbol.

Por lo tanto, si vas a recorrer el mundo de ideas que buscan alcanzar a Dios, tienes que caminar. En Babel no se escala. Dejó de ser Torre hace tiempo. Se camina, además, con conciencia de que sin importar desde qué idea estamos comprendiendo el mundo, es sólo eso, una idea. Quizá esté más apegada a la verdad, quizá sea más realista, pero no deja de ser sólo una idea que por verdadera que sea no es TODA la Verdad. Frente a la Verdad se necesita ser muy humilde porque nunca la abarcaremos en su totalidad y eso implica que en cualquier momento el suelo que pisamos puede desaparecer si nuestro ego pesa demasiado. 

Y es que, además, en Babel el suelo es agua, y esa verdad que pisas puede empaparte y ahogarte en un mar de dudas y miedos, o puede darte la libertad que Dios nos brinda al permitirnos sostener su mano para sacarnos del apuro de vernos rebasados por nuestros ánimos. Y caminar así, con fe y esperanza, que pesan poco y le dan alas a nuestro ser.

Puede incluso suceder que ya estés completamente ahogado en tu soberbia, y que ese piso que crees que te sostiene, es la irrealidad que vives. Que todo lo que ves como real, no sea más que el mundo visto a través de la ilusión óptica con que el matiz de tu idea (agua) dibuja todo a tu alrededor y permea tu mundo. El mundo visto desde la profundidad del ego seguramente tiene todo eso que deseamos, pero que no es lo que es, porque lo vemos con el lente de nuestras ideas y no de la Verdad eterna.

Por eso es tan común que la gente con demasiado poder, demasiado dinero, demasiados beneficios, pierdan piso. Viven en un mundo irreal. No saben nada del trabajo y el esfuerzo que implica vivir. No saben del dolor y el sufrimiento que acompaña del trabajo forzado al que, como Salomón, imponen a su pueblo, a su gente, a sus subordinados, a sus empleados.

Jesús, en tu nombre y con la intercesión de María, Señora de la Merced, te pedimos que no sueltes nuestra mano, por favor. Que no nos hundamos en la pesada profundidad de nuestros ánimos, ni en la sofocante irrealidad de nuestros poderes. Eso no es dignidad. Dignidad es caminar mojándonos los pies -no la cabeza- conscientes de que sin importar dónde pisemos, hay un mar que puede tragarnos o una irrealidad que puede engañarnos. Que siempre caminemos con humildad y agradecimiento por el enorme beneficio de ser auxiliados por ti en todo momento. Todo triunfo, por pequeño o grande que sea, no es nuestro, sino tuyo. Te amo. 


 

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