lunes, 10 de septiembre de 2018

La desgracia del poder



“Salomón se sentó en el trono de David su padre, y su realeza se afirmó.” 1 Re 2, 12

“De ese modo se afirmó el poder real en las manos de Salomón.” 1 Re 2, 46c

¿De qué modo? Siguió el consejo de su padre de eliminar a todos aquellos que actuaron mal y en contra del reinado de David, y que buscaron proclamar a Adonías como rey. Incluso mató a Adonías, su hermano, a quien le dijo que le perdonaría la vida si “no se portaba mal”. Y no hubo, a mi entender, razón para que cambiara de decisión. Adonaís, no se portó mal, de hecho, le pidió autorización para tomar a una mujer como esposa y lo hizo a través de Betsabé, madre de Salomón. 

Yo sé que Salomón tiene una enorme fama de sabio, y quizá lo fue. Pero estas primeras acciones narradas me hablan más de un hombre sabio en los haceres del mundo que uno sabio en las cosas de Dios. Aún no sé cuál será el desenlace, pero hay muchas maneras de ser sabio. Ya es bien reconocido que hay inteligencias múltiples, así que su sabiduría se mostrará, imagino. Además, para muchos, gobernar con mano dura es muy bien visto en nuestras sociedades. De hecho, se espera. 

Por ejemplo, si alguien te pregunta, ¿quién ha sido tu mejor maestra? Generalmente reconocemos que la que fue muuuuy exigente con nosotros. O eso escucho con frecuencia, pero la verdad, yo creo que se dice para darle sentido a las exigencias, a veces absurdas, que estamos acostumbrados a que nos impongan, o a imponer. Si es exigente, es buena/o. 

Yo la verdad no. Mi mejor maestra fue Miss Araceli en cuarto año. Me trató con mucho cariño y dignidad. Aprendí mucho con ella. Y sí era exigente, pero lo que más recuerdo fue su comprensión. Te daba oportunidades. Mi peor maestra era exigente hasta el absurdo, y de tonta nunca me bajó. No recuerdo su nombre. Fue mi maestra en sexto y me hizo daño. 

La realeza se reafirma sentándose en el trono y haciendo del poder la mano que dirige. Por eso, la gente que se sienta en su trono, en su puesto, en su título, muchas veces lo reafirma ejerciendo el “poder”, poniendo a los demás en su lugar, siempre muy por debajo de él. ¿Y cuidado con que se sienta cuestionado? ¡Uy! 

En fin, ya veremos qué tipo de sabiduría tenía Salomón. Por ahora, la verdad, aún no me convence. Brincó muy pronto hacia la imposición de su figura de rey. Por eso me encanta cuando describen a Jesús como alguien que “hablaba con autoridad” (Lc 4, 32) Jesús no necesitó títulos ni puestos para hacer su labor y ser ejemplo. Su autoridad no es de este mundo. 

Esto se lo escuché en misa al Padre Fernando Liñán: “Hablar con autoridad es alentar al otro.” Dar aliento. Esa es la verdadera autoridad, la que llega de Dios: el soplo divino que nos da vida: Dar aliento.  Es hermoso verlo así. 

Que sepamos asumir la autoridad que viene de ti, Dios mío. Que sepamos alentar a los demás, ayudarlos a descubrir sus cualidades, reconocer su esfuerzo, aplaudir sus logros, agradecer su trabajo. Que sea el aliento lo que los ayude a crecer, no la exigencia que nos deje sin respiro. Que no estemos dispuestos a darle la autoridad a quien la exige: “Yo soy la o el--- lo que sea.” Si necesitan restregarte su autoridad en la cara, no la tienen. 

Ayúdanos en momentos así, mi amado Jesús. Tú sabes lo que implica estar arrodillado frente a quien se siente con derecho de aventarte al suelo y exigirte sumisión. Acompáñanos en momentos así, porque a veces la realidad es que no tenemos otra opción que agacharnos y permitir que nos pisen, o perder un trabajo del que dependemos completamente. 

En momentos así danos aliento Tú, mi adorado Espíritu de Verdad, y con ese aliento permítenos escuchar tu voz y decirnos: “Nada de lo que sucede hoy te define. Eres valioso, amado, importante y necesario. Y ya encontraremos la forma de que tengas un lugar digno en el mundo para ti.” Ayúdanos a creerte, que ser una persona sin el tipo de poder que mueve este mundo es estar a la merced de mucho de lo que no puedes controlar ni te darán la opción de elegir, participar en, ni opinar al respecto. Depender de gente con poder a quienes no les importamos es someternos a un constante desequilibrio emocional e inseguridad psíquica, por no mencionar el estrago espiritual que te crea por constantemente sentir que la culpa de todo es tuya porque el problema eres tú. 

Así que, si hemos de decir: ¡Viva el rey! Que te asumamos a ti y a tus preceptos, mi Dios, mi Vida, mi Bien, mi Rey, como única autoridad verdadera. Te amo.




Nota: La foto fue tomada de un texto escrito por el Reverendo Mario Fumero: "Como enfrentar el abuso de autoridad". Me pareció interesante y muy encaminado a una visión cristiana del tema. Sé que entre protestantes y católicos a veces hay muchas diferencias, pero las diferencias se superan en el terreno de lo común. Y para eso hay que entrar en terreno enemigo y tratarlos como amigos, conocer lo que tienen que decir, y decidir dónde podemos concordar, así que si te interesa conocer otra visión del tema: Abajo está el link:


Foto tomada de: https://contralaapostasia.com/2017/02/03/como-enfrentar-el-abusos-de-autoridad-2/

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