“Salomón se sentó en
el trono de David su padre, y su realeza se afirmó.” 1 Re 2, 12
“De ese modo se afirmó
el poder real en las manos de Salomón.” 1 Re 2, 46c
¿De qué modo? Siguió
el consejo de su padre de eliminar a todos aquellos que actuaron mal y en
contra del reinado de David, y que buscaron proclamar a Adonías como rey.
Incluso mató a Adonías, su hermano, a quien le dijo que le perdonaría la vida
si “no se portaba mal”. Y no hubo, a mi entender, razón para que cambiara de
decisión. Adonaís, no se portó mal, de hecho, le pidió autorización para tomar
a una mujer como esposa y lo hizo a través de Betsabé, madre de Salomón.
Yo sé que Salomón
tiene una enorme fama de sabio, y quizá lo fue. Pero estas primeras acciones
narradas me hablan más de un hombre sabio en los haceres del mundo que uno
sabio en las cosas de Dios. Aún no sé cuál será el desenlace, pero hay muchas
maneras de ser sabio. Ya es bien reconocido que hay inteligencias múltiples, así
que su sabiduría se mostrará, imagino. Además, para muchos, gobernar con mano
dura es muy bien visto en nuestras sociedades. De hecho, se espera.
Por ejemplo, si
alguien te pregunta, ¿quién ha sido tu mejor maestra? Generalmente reconocemos
que la que fue muuuuy exigente con nosotros. O eso escucho con frecuencia, pero
la verdad, yo creo que se dice para darle sentido a las exigencias, a veces
absurdas, que estamos acostumbrados a que nos impongan, o a imponer. Si es
exigente, es buena/o.
Yo la verdad no. Mi
mejor maestra fue Miss Araceli en cuarto año. Me trató con mucho cariño y
dignidad. Aprendí mucho con ella. Y sí era exigente, pero lo que más recuerdo
fue su comprensión. Te daba oportunidades. Mi peor maestra era exigente hasta
el absurdo, y de tonta nunca me bajó. No recuerdo su nombre. Fue mi maestra en
sexto y me hizo daño.
La realeza se reafirma
sentándose en el trono y haciendo del poder la mano que dirige. Por eso, la
gente que se sienta en su trono, en su puesto, en su título, muchas veces lo
reafirma ejerciendo el “poder”, poniendo a los demás en su lugar, siempre muy
por debajo de él. ¿Y cuidado con que se sienta cuestionado? ¡Uy!
En fin, ya veremos qué
tipo de sabiduría tenía Salomón. Por ahora, la verdad, aún no me convence. Brincó
muy pronto hacia la imposición de su figura de rey. Por eso me encanta cuando
describen a Jesús como alguien que “hablaba con autoridad” (Lc 4, 32) Jesús no
necesitó títulos ni puestos para hacer su labor y ser ejemplo. Su autoridad no
es de este mundo.
Esto se lo escuché en
misa al Padre Fernando Liñán: “Hablar con autoridad es alentar al otro.” Dar
aliento. Esa es la verdadera autoridad, la que llega de Dios: el soplo divino
que nos da vida: Dar aliento. Es hermoso
verlo así.
Que sepamos asumir la
autoridad que viene de ti, Dios mío. Que sepamos alentar a los demás, ayudarlos
a descubrir sus cualidades, reconocer su esfuerzo, aplaudir sus logros,
agradecer su trabajo. Que sea el aliento lo que los ayude a crecer, no la
exigencia que nos deje sin respiro. Que no estemos dispuestos a darle la
autoridad a quien la exige: “Yo soy la o el--- lo que sea.” Si necesitan
restregarte su autoridad en la cara, no la tienen.
Ayúdanos en momentos
así, mi amado Jesús. Tú sabes lo que implica estar arrodillado frente a quien
se siente con derecho de aventarte al suelo y exigirte sumisión. Acompáñanos en
momentos así, porque a veces la realidad es que no tenemos otra opción que
agacharnos y permitir que nos pisen, o perder un trabajo del que dependemos
completamente.
En momentos así danos
aliento Tú, mi adorado Espíritu de Verdad, y con ese aliento permítenos
escuchar tu voz y decirnos: “Nada de lo que sucede hoy te define. Eres valioso,
amado, importante y necesario. Y ya encontraremos la forma de que tengas un
lugar digno en el mundo para ti.” Ayúdanos a creerte, que ser una persona sin
el tipo de poder que mueve este mundo es estar a la merced de mucho de lo que
no puedes controlar ni te darán la opción de elegir, participar en, ni opinar
al respecto. Depender de gente con poder a quienes no les importamos es
someternos a un constante desequilibrio emocional e inseguridad psíquica, por
no mencionar el estrago espiritual que te crea por constantemente sentir que la
culpa de todo es tuya porque el problema eres tú.
Así que, si hemos
de decir: ¡Viva el rey! Que te asumamos a ti y a tus preceptos, mi Dios, mi
Vida, mi Bien, mi Rey, como única autoridad verdadera. Te amo.
Nota: La foto fue tomada de un texto escrito por el
Reverendo Mario Fumero: "Como enfrentar el abuso de autoridad". Me pareció
interesante y muy encaminado a una visión cristiana del tema. Sé que entre
protestantes y católicos a veces hay muchas diferencias, pero las diferencias
se superan en el terreno de lo común. Y para eso hay que entrar en terreno
enemigo y tratarlos como amigos, conocer lo que tienen que decir, y decidir
dónde podemos concordar, así que si te interesa conocer otra visión del tema: Abajo está el link:
Foto tomada de: https://contralaapostasia.com/2017/02/03/como-enfrentar-el-abusos-de-autoridad-2/
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