“Sebá (quien no estuvo
dispuesto a seguir a David ni reconocerlo como rey y se rebeló contra él) recorrió
todas las tribus de Israel hasta Abel-Bet-Maacá. Los hombres del clan de Bicri
se habían reunido y se habían ido con él. Joab (jefe de todo el ejército de
David) sitió a Sebá en Abel-Bet-Maacá, levantaron un terraplén para alcanzar la
ciudad que llegaba hasta la muralla. Cuando todo el ejército de Joab cavaba
para hacer caer la muralla, una mujer muy lista que estaba en la ciudad
exclamó: «¡Oigan, oigan! Digan a Joab que se acerque hasta acá, porque quiero
hablarle».
“(La mujer y Joab
hablaron. Ella le preguntó por qué quería destruir la ciudad, él le dijo que no
quería destruir la ciudad sino que buscaban a Sebá por haberse rebelado contra
David, el rey.) Entrégenmelo y me alejaré de la ciudad. La mujer respondió a
Joab: «Muy bien, te tiraremos su cabeza por encima de la muralla.» (Y así fue)”
2 Sam 20, 14a-21
Jesús, estoy a punto de
darme por vencida. Esa muralla que unos quieren derrumbar y otros conservar es…
demasiado. Y la insistencia sigue siendo: “¡Que rueden cabezas!”
Ayer lo primero que
llegó a mis manos fue un video sobre los peligros de una legislación sobre
derechos humanos que se promueve en nuestro país. (El vídeo está al final de
este texto para quien se interese.) Como bien dice el vídeo, tiene cosas muy
buenas, pero también otras que no lo son tanto. Es como si nos ofrecieran un
banquete, pero con una copita de cianuro, dice el vídeo.
Situaciones como el
derecho al aborto, a la preferencia sexual, el derecho a una educación sexual
abierta y amplia, en fin. Cosas que, seamos sinceros, nadie quiere hablar si no
es en términos totalitarios: sí o no. Es decir, vamos a ponernos de acuerdo,
pero no en torno a cuál es verdaderamente la mejor estrategia “humana”, sino
decidamos quién tiene que pagar, a quién vamos a sacrificar, qué vamos a
eliminar. Así que unos quieren tirar la muralla (romper esquemas sociales) y
otros arrojar cabezas por encima de la muralla (sacrificar a unos).
Estas soluciones
totalitarias son las más sencillas, pero también las más peligrosas. Cuando
decidimos cortar cabezas y conservar murallas, sólo nos vamos a enfocar en
buscar culpables. Y ese culpable será nuestro chivo expiatorio pues es él/ella
quien tiene que pagar por los pecados de todos. Para él/la culpable no hay otro
camino que ser expulsado, olvidado, encarcelado o muerto. Que rueden
cabezas.
Definitivamente hay
cosas que no pueden solucionarse con los extremos de un sí o un no. En términos
prácticos -y recordemos lo práctico y buen hombre, soldado, estratega,
administrador que Joab es- esa es la solución: quiero la cabeza y si tengo que vencer
una muralla, la venzo. La mujer que lo manda a llamar para hablar, tiene una
sensibilidad inteligente, pero práctica también, de modo que no se enfoca en
salvar la vida de nadie, sino en salvar la estructura social en la que vive. ¿Y
qué pasó con Sebá? Murió. Estas soluciones poco creativas son soluciones de
muerte. Sólo hay que decidir quién muere. Pero eso no es solucionar nada, ¿o
sí?
Jesús, ayer no publiqué
este texto que he escrito una y otra y otra vez. Tú sabes cuánto trabajo me ha
costado tratar de decir: Seamos creativos, entremos a discutir estos temas
difíciles, abramos nuestra posibilidad de aceptar ideas nuevas, pero no sin
cuestionarlas y sin querer destruir todo lo anterior. Si una idea busca
destrucción, no puede ser buena. Busquemos la manera, no de encontrar
culpables, sino de ayudar, de verdaderamente ayudar a todos. Esas mentalidades
de: “Que se pudran en la cárcel; que los violen; que se mueran y se retuerzan
en el infierno”, son pusilánimes.
Jesús, yo sé que la
gran dificultad que tenemos para discutir temas complicados es la falta de
entrenamiento en el pensar. Vivimos en una sociedad que no busca desarrollar la
mente y capacidad humana de razonar. Es más fácil controlar a quienes todo se
lo tragan. Y también es más fácil tragarnos todo y dejar que otros gobiernen,
decidan, hagan, y me dejen hacer. Nuestro sistema educativo, por ejemplo, ha
eliminado la filosofía. Duele Dios mío, duele. Si no sabemos pensar, ¿cómo
vamos a resolver?
Por eso es tan fundamental
que nos eduquemos en torno a lo humano. Pero también es fundamental que nos
eduquemos en torno a lo ético, lo moral, lo honorable.
En realidad, el error
es simple: nos vamos a los extremos. Durante años los “derechos humanos” fueron
ignorados. Hoy en día todos hablan de “derechos humanos”. Vaya, hasta mis
alumnos y mi hija me han cantado “sus derechos”. Pero, lo que ya nadie dice y
lo que no les estamos enseñando ni en la escuela ni en la casa, es que a todo
derecho corresponde una obligación. Así que ya no podemos seguir hablando de
los derechos humanos, sino de “los derechos y obligaciones humanas”.
Una solución simple
siempre será buscar al culpable y castigarlo. Pero una solución “humana”
debería ser: comprender qué es eso que llevó a la persona a hacer tal o cual
cosa, empatizar con eso que le sucede, y buscar una posible solución “social” a
su situación, de modo que le ayudemos a superar lo que necesite superar y a
“cargar la cruz que le tocó llevar”. Nadie puede solo. Nadie.
Así que, por ejemplo,
definitivamente no estoy de acuerdo en el aborto. Toda concepción es vida, y la
vida se respeta y se lucha por su desarrollo. Pero no creo que el aborto deba
ser ilegal. Necesita legalizarse para que podamos hacerle frente. Mientras sea
ilegal no sólo corren peligro las mujeres que lo buscan, sino que nunca
sabremos realmente a qué nos enfrentamos. Porque si alguien tiene la intención
de abortar, no se lo va decir a nadie, y no vamos a tener acceso a poder
verdaderamente ayudarla a ella ni al bebé. Si se hace legal, pero el derecho
viene con la obligación de, por ejemplo, pasar por un filtro psicológico que le
permita conocer las consecuencias que pudiera haber tanto en su físico, como en
su psiquis, ya tendremos acceso a la posibilidad de ayudar. Ayudarla a definir
cuál es el miedo y todo lo que su decisión conlleva. Porque por lo general la
situación de quien quiere abortar es de miedo, de imposibilidad de hacerle
frente a una situación que se está enfrentando sola. Si seguimos dejándolas
solas en la clandestinidad, entonces ¿cuándo vamos a ayudar?
En cambio, si tener el
derecho de abortar implicara también tener la obligación de conocer todas las
alternativas que pudiéramos ofrecerle y facilitarle, como por ejemplo: dar a su
hijo en adopción, ayudarla a enfrentar la situación contando con un trabajo o
apoyo, contar con el consentimiento del padre, siempre que sea posible (después de todo,
participó, y muchos de ellos no quieren ni saber lo que sucede con su hijo, lo
que es una manera muy cómoda de lavarse las manos sin correr el riesgo de ir a
la cárcel; pero tampoco vamos a dejar que un violador decida). En fin, hay
muchos matices que abarcar, pero no se puede cubrir nada ante la clandestinidad
del silencio y el miedo. Aun siendo ilegal, la gente lo realiza. Esa ya no es
solución.
No sé Jesús. Quizá el
mundo no pueda ser más que negro o blanco. Pero yo creo que, si la señal que
Dios nos dio como símbolo de su alianza, como incentivo de esperanza y perdón,
fue un arcoíris, es precisamente porque nada puede ser ni completamente negro
ni completamente blanco. Siempre hay una gama de posibilidades que debemos
explorar para buscar salvar a la humanidad en su totalidad, y no sólo a unos
cuantos.
Jesús, ayúdame. Me
siento muy sola en esto de intentar explorar las posibilidades humanas que
lleven a una verdadera búsqueda y fomento de tu Presencia en el mundo. Hemos
creado murallas tan altas que la ciencia, como la entendemos hoy, no es vista
como un don del Espíritu Santo. Pero lo es. Estoy convencida de que lo es.
“El don de ciencia
ayuda al de inteligencia a descubrir las verdades oscuras, y al de sabiduría a
poseerlas. La sabiduría y la ciencia tienen algo de común. Ambas nos hacen
conocer a Dios y a las criaturas. Pero cuando se conoce a Dios por las
criaturas, elevándose del conocimiento de las causas segundas a la causa
primera y universal, es un acto del don de ciencia. Y cuando se conocen las
causas humanas por el gusto que se tiene de Dios, juzgando a los seres creados
por el conocimiento del primer Ser, es un acto del don de sabiduría.” (1)
Pero Jesús, desde
nuestra doctrina no queremos entender que ese don de ciencia no es algo que
simplemente se nos da. “La ciencia se define como un conocimiento cierto
adquirido por el razonamiento; pero en Dios está sin razonamiento y por una
simple visión de los objetos.” (2) ¿Una simple visión de los objetos? Ojalá todo fuera tan simple como eso.
La ciencia es algo que
se fomenta con el entrenamiento de la razón. Pero con esta tendencia de “cortar
cabezas” y mantener “murallas de estructuras sociales y tradiciones
inflexibles”, seguiremos resolviéndolo todo en términos totalitarios, sin
humanidad o con una humanidad exacerbada que no te contenga ni exprese, mi
amado Cristo. La razón y la fe necesitan complementarse, no excluirse.
Ayúdame Jesús. Ayer no
pude terminar este texto y aún hoy tengo miedo de publicarlo. Es tonto, ¿verdad?
Estoy sola y sin embargo quiero ser aceptada y amada por una Iglesia y una
sociedad que una y otra vez me ha dado la espalda en mis momentos más obscuros.
Tengo miedo de ser
quien soy. Como seguramente una mujer que está embarazada tiene miedo de
enfrentarlo sola, o como un hombre que es gay tiene miedo de decírselo a sus
padres, familia y amigos, o como un pedófilo tiene miedo de eso que siente y no
puede controlar -cuando no se le ha protegido y justificado, y por eso no
alcanza a darse cuenta del mal que hace. O como lo tiene una persona que tiene
un trastorno mental que es asediado por ideas, imágenes y sentimientos que lo
nublan todo. O como lo tiene un padre de familia que mira el mundo en el que
vivimos y sabe que no puede proteger a sus hijos de tantos peligros y tanta
desinformación, a veces, ni siquiera él o ella puede enfrentar las actitudes
desafiantes y altaneras de sus “pequeños verdugos”. Y otras muchas veces, los
padres ni siquiera se dan cuenta de que su afán de proteger a sus hijos, los
desprotege y los dejan vulnerables e incapaces de enfrentar las consecuencias
de sus actos (los padres irracionales que defienden a sus hijos a capa y
espada, y responsabilizan, por ejemplo, a la/el maestra/o de todo fracaso). O
los docentes que quieren educar en un sistema educativo que te obliga a que
todos pasen sin exigir el esfuerzo de hacerlo bajo la bandera de los derechos
humanos: “que nadie se quede atrás”, nos dicen. Pero sabemos que protegerlos de
su incapacidad de responder a un reto, los desprotege de los retos de vida que
van a enfrentar. Pero hazle entender a las autoridades o a los padres, que sólo
les preocupa que “sean felices”.
Pero Tú nos has dicho:
No tengas miedo, ten fe (Marcos 5, 36). No estamos condenados a la muerte. En
ti hay vida y vida en abundancia. Que tengamos la voluntad de desarrollar en
nosotros tus dones de ciencia y sabiduría para encontrar en la razón y la
empatía la manera de ayudar y ayudarnos.
Danos Señor fe, te lo
pedimos en el nombre de tu Hijo Jesucristo, bajo el amparo de tu Espíritu
Santo, y con la intercesión de María Hija, María Madre y María Esposa. Ilumina
nuestra fe, alienta nuestra esperanza, e inflama nuestra caridad. Gracias mi
Bien. Te amo.
(1) Los Dones del
Espíritu Santo, El Don de Ciencia. (2018, Sep. 2). Liturgia Católica. Tomado de
https://trinidad.home.xs4all.nl/dones/ciencia.html
(2) Ibídem
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