viernes, 14 de septiembre de 2018

Respeto es paz



“Durante todo el reinado de Salomón, Judá e Israel vivieron en paz, cada cual bajo su parra o bajo su higuera, desde Dan hasta Bersebá.” 1 Re 5, 5

Cada uno bajo su parra o bajo su higuera. Cada quien con una función bien reconocida, definida y respetada. Nada de disminuir a nadie. Todos son necesarios, toda opinión escuchada, y toda contribución bienvenida. Un buen líder es, antes que nada, una persona que permite la expresión y asume la importancia de reconocer que todos tienen algo que contribuir. Nada de mantener a alguien debajo de la mesa. Bien lo decía Jesús, no se enciende una luz para esconderla debajo de la mesa. Que todos tengan su mesa y que a todos se les aliente para encender su luz. 

Benito Juárez, a quien la Iglesia católica en México tiene mucho que reconocerle, aunque haya perdido tanto durante su gobierno, lo decía así: «El respeto al derecho ajeno es la paz». 

A veces, simplemente no respetamos a los demás y les pasamos por encima imponiéndoles lo que sólo busca beneficiarnos a nosotros. Sin importar qué tan creyente seamos, creer en Dios no basta. Hay que actuar cristianamente. Y un cristiano es tan irreverente hacia el poder que se impone sin considerar a las personas y su valía, como lo fue Jesús.  

Tener paz, empiezo a descubrirlo, no es tan difícil cuando eres valorado y no se te explota, se te minimiza, se te mantiene al margen, se te ignora. Mucho respirar profundo. Nuestros pulmones necesitan su buena dotación de oxígeno. Eso implica no tragarnos el dolor y el coraje. Hace falta expulsarlos con cada exhalación. Pero a veces, el dolor y el coraje son tan profundos, que necesitaremos movilizar todas nuestras células para expulsarlo del todo. Hay que hacer ejercicio, para que cada célula respire y logre expulsar todo el bióxido de carbono acumulado de tanto tragarse los malos tratos.

Para tener paz, además, hará falta dar sentido a nuestras acciones. Levantarnos ya no puede ser sólo levantarnos. Ir a trabajar no puede seguir siendo sólo ir a trabajar. Afortunadamente el sentido lo damos nosotros. 

Así que imagina lo que quieras y dale sentido a tu actuar. ¿Te ves como un guerrero? Levántate y prepárate para la guerra. ¿Te ves como un coach? Levántate consciente de que vas a ayudar a alguien hoy a ser mejor mañana, pero no imponiéndole lo que “tiene que ser”, sino exaltando lo que ya es, para que, desde su persona, crezca. ¿Te ves como un gigante? ¡Eres un gigante! Y como tal, tu función es reducir problemas que parecen grandes, a pequeños pasos que los desintegren. 

Jesús, Tú que siempre has insistido que no tengamos miedo y que busquemos la paz, permítenos dar un lugar digno a todos a nuestro alrededor, y dar un lugar digno a nuestro propio ser. Permítenos descubrirte en la sencillez de un respiro, de un esfuerzo y de un logro bien reconocido. Nada de acciones inconscientes. Nada de ignorar necesidades. Nada de dejar de lado la humanidad de todos. Nada de sentirnos superiores porque creemos tener más capacidad que los demás, porque pensamos que entendemos mejor, porque aseguramos que tenemos el mejor puesto. 

Jesús, danos la paz de la sencillez, del esfuerzo y de la dedicación constante y consciente. Gracias mi adorado Bien. Te amo. 




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