Aclaremos primero:
Joroboam se proclamó rey del reino del norte, pues la incapacidad de Roboam
-hijo de Salomón, y ahora rey del reino del sur- de cuidar de la gente y
disminuir los trabajos forzados, provocó la división del pueblo de Dios.
Joroboam creó entonces altares en lugares altos y se armó de sacerdotes, pues
está claro que el pueblo, además de trabajos no forzados, necesita alimentar su
fe. Pobre Israel, dividido entre poderes: uno que no cuida sus necesidades
básicas y otro que utiliza su fe para mantenerlo en la ignorancia y el control
fácil (ah, porque olvidé decir que Joroboam, además de altares, construyó
becerros para darle al pueblo algo que adorar, algo que es, por supuesto, una
mentira y no se acerca a la Verdad de Dios.) En este contexto, un hombre de
Dios fue a buscar a Joroboam para señalar el error de construir altares falsos:
“El hombre de Dios
gritó en contra del altar por orden de Yavé: «¡Altar, altar!, esto dice Yavé:
nacerá en la casa de David un hijo de nombre Josías. Sacrificará sobre ti a los
sacerdotes de los Altos Lugares, a los que queman el incienso en ti, y se
quemarán en ti huesos humanos». Y ese mismo día dio esta señal: «Esta es la
señal que les da Yavé: el altar se partirá y la ceniza que está encima se
desparramará».” 1 Re 13, 2-3
¿Alcanzas a ver otra
Torre de Babel -señal de soberbia que busca unificarlo todo para alcanzar a
Dios- que se derrumba? ¿Alcanzas a comprender la importancia de mantener los
pies en el piso -olvídate ya de lugres altos y puestos de prestigio- y no
creernos autoridad impuesta por Dios? ¿Te das cuenta de que siempre que
queramos unificar, monopolizar, encontrar una única manera de acercarnos a lo
divino, la condena será terminar adorando cenizas que se desparramarán por la
tierra?
El otro día un amigo
que sufre de un Trastorno Obsesivo Compulsivo estaba muy angustiado porque
alguien le dijo que la manera “correcta” de orar era hablarle a Dios y pedir
todo en nombre de Jesucristo. Si no se hacía así, entonces la oración no era
escuchada. ¡Cuánto dolor provocamos con tonterías de ese tipo! Platiqué con él.
En el poco tiempo que hablamos me di cuenta de lo inteligente que es (no se
puede tener un trastorno mental sin ser muy inteligente) y del verdadero caos
que una idea tan cerrada provocaba en su mente necesitada de orden, pero no un
orden absurdo, sino uno que haga sentido. ¡Qué angustia se siente cuando algo
no tiene sentido! Conozco muy bien ese sentir, esa desesperanza que te invade
cuando todo son reglas que simplemente no cumples. Y no porque seas malo (aunque
hay demasiadas personas dispuestas a decir que lo eres) sino porque no puedes.
Es imposible ser perfecto.
La realidad es esta:
cada intento por unificar criterios sobre Dios y la mejor manera de acercarnos
a él (religión) tiene su receta, pero no hay receta que se adapte a los gustos
y necesidades de todos. Y sí, dije gustos, no sólo necesidades. Y el gusto se
rompe en géneros. Así, hay quienes adoran a Dios bailando o cantando, o
escriben, o leen, o buscan las congregaciones de personas o la soledad, se
sienten más cerca frente a un altar, en un templo o prefieren salir a caminar
al campo, incluso al desierto. ¿Sabías que los budistas también tienen un
rosario, al igual que los musulmanes? En realidad, todo rosario es una práctica
de meditación o contemplación, pero ninguna práctica se completa con la simple
repetición de rezos. Hay que ponerle sazón, su salecita al acto. Sin ese “gusto”,
ese amor, ese sabor, esa esencia que sólo es tuya, no sabe a nada, no sirve, no
tiene el poder de transformar. En fin, el punto es: hay muchas recetas, pero la
sal se pone al gusto, y esa la pone cada quien.
Jesús nos dijo:
“Ustedes son la sal de la tierra.” Por eso, los altares de piedra, madera o
cualquier otra cosa tangible se rompen y las cenizas se dispersan. No hace
falta quemar incienso ni decorar mesas, hace falta poner la sal del compromiso en
todo lo que hagamos. Y no se requiere tampoco cantidades exageradas. Haz lo que
tienes que hacer -de todas formas, tiene que hacerlo- y pon tu ser en eso que
haces. Que tus actos tengan tu firma, y que tu firma sea tan sutil como una
sonrisa o una caricia sencilla pero sincera.
En inglés hay un dicho:
“The devil is in the details” (El diablo está en los detalles.) De modo que te
cuidado con exigir tantos detalles. Mientras más nos llenemos de detalles para
“cumplir” frente a Dios -tienes que hacer esto y esto y esto y esto- más
insípida es la sal porque no contiene tu esencia sino tu deseo de compensar el
vacío que hay en ti, y que entregas, ese sí, a manos llenas.
Si para servir a Dios
necesitas un puesto, un título, un grupo, un rosario específico, un altar
decorado, un montón de flores, una veladora de tal color y perfumada de tal olor,
en fin, si necesitas cumplir a detalle las muy diversas recetas que existen y
no puedes tener flexibilidad ni aceptar cambios e incluso carencias, entonces
necesitas cuestionarte: ¿Será que la sal que ofrezco está insípida? ¿Será que
necesito justificar todo lo que no doy de mí ser con todo lo que aparentemente
ofrezco?
Jesús también nos
advierte: “Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo podrá ser salada de nuevo?
Ya no sirve para nada, por lo que se tira fuera y es pisoteada por la gente.” (Mateo
5, 13)
Ahora, no confundamos
esto con una condena. Lo que Jesús nos dice es: “regresa a la sencillez de la
relación”. Tira tus recetas o por lo menos no seas tan estricto en seguirlas, y
simplemente relaciónate con Dios y con tu prójimo. Quítate el puesto, deja de
dictar órdenes, olvídate de las formas un rato; vaya, actualmente hasta hace
falta apagar el celular, la televisión y cerrar la computadora. No esperes a
que te busquen, te llamen, te saluden, porque tú eres el importante aquí. Ve y busca,
llama, saluda. Enfócate a simplemente existir, estar con Dios y con a las
personas que te rodean. Y existe en relación, siempre en relación. La sal, la
verdadera sal está en tu esencia humana, y esa no pierde sabor cuando sale de
las profundidades del mar de tu ser.
Amor mío, ayúdanos a
descubrir la sal (el sabor) de nuestra vida, y ser así sal para este mundo que
tanto necesita darle un sabor humano a las interacciones y a nuestras vidas. Te
lo pedimos desde lo más profundo de nuestro ser y con la mayor humildad que nos
es posible. Gracias. Te amo.
Foto tomada de: https://mama-cholly.ru/domashnij-personal/povar
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