martes, 17 de julio de 2018

Amar al individuo


 
“Al ver a los cinco hombres que entraban a la casa de Micá, y que tomaban el ídolo, el efod, los terafim y la estatua de bronce, el sacerdote les dijo: «¿Qué hacen?» Le respondieron: «¡Cállate! Ponte la mano en tu boca y ven con nosotros: serás para nosotros un padre y un sacerdote. ¿Qué es mejor para ti, ser el sacerdote de un solo hombre en su casa, o ser el sacerdote de toda una tribu, de todo un clan de Israel?» El sacerdote se sintió muy feliz. Tomó el efod, los terafim, el ídolo y la estatua y se fue con todos esos hombres?” Jue 18, 18 a 20

Esos hombres eran danitas y después de despojar a Micá de sus instrumentos de alabanza y sacrificio a Yavé, y amenazarlo de muerte ante su reclamo, se dirigieron a Lais, una población tranquila y confiada y “pasaron cuchillo a todo el mundo y quemaron la ciudad.” La reconstruyeron después y se apoderaron de aquella tierra. (Jue 18, 21 a 31)

El comentario de la Biblia Latinoamericana (2005) explica: “(aquí) se notará uno de los lugares de la Biblia en que se manifiesta mayor indiferencia frente a una matanza salvaje. Los israelitas de ese tiempo no sabían todavía lo que vale la vida del hombre. […] El individuo no contaba, sino sólo el pueblo.” 

Hay una muy buena película de guerra llamada: “Salvar al soldado Ryan” (Saving private Ryan). Recuerdo haberla visto a lado de mi papá, quien, si no mal recuerdo, en esa época era coronel. El caso es que salí indignada de la película. Explico: resulta que unen a un grupo de soldados (creo un pelotón) para buscar y rescatar al soldado Ryan, quien se sospecha está detrás de líneas enemigas. Ryan es el único hijo sobreviviente de una mujer cuyos otros hijos ya habían muerto en la II Guerra Mundial. Su misión era rescatar a ese soldado. No recuerdo cuántos de ellos murieron en ese intento. Finalmente, lo lograron, pero a costa de la vida, no de uno, sino de varios. 

A mi me pareció que fue una atrocidad. ¿Por qué sacrificar a tantos para salvar a uno? Como no soy del tipo de persona que se quede callada se lo expresé a mi papá. Se enojó, claro. Pero después de su primera expresión de incomprensión ante lo obvio para un soldado, como lo es él, me explicó: Al salvar a ese único soldado, estaban salvando la moral de todo su ejército. Le estaban diciendo a cada uno de sus soldados que son valiosos e importantes, y que estaban dispuestos a no dejarlos atrás. Le estaban diciendo también a las familias que, de ser posible, harían lo que fuera para evitarles un dolor absoluto e insoportable (la mujer iba a perder a todos sus hijos). Es obvio que no podemos salvarlos a todos, pero en un caso extremo, haremos todo lo que podamos por salvar a uno. Ese fue el mensaje y la misión: salvar a uno para salvar la moral de todos. 

Y la moral en el ejército es todo. Tener moral implica motivación, disposición, entrega, determinación, lealtad, confianza, esfuerzo, en fin. Implica hacer lo correcto, aún cuando exista la tentación de tener un beneficio personal mayor. Implica poder decir, no, no quiero el beneficio personal. Seré leal a los principios que me rigen.  

Yo sé que en la iglesia hablamos mucho de la comunidad, pero no puedo decir que he experimentado ser comunidad en la iglesia. Y creo que si no logramos “ser comunidad” es precisamente porque ignoramos una y otra vez al individuo. Y toda comunidad está hecha de individuos. Cuando “mal-tratamos” a un individuo, todos los individuos saben que son blanco potencial de ese maltrato. Entonces, ya nadie es quien es, sino lo que el grupo en su totalidad quiere que seas. Y como se supone que somos “buenos”, pues vivimos en la apariencia de serlo, y no en reconocer que no lo somos, y hacer el esfuerzo, individual y en conjunto, por serlo. 

Cuando aceptamos al individuo tal como es y le brindamos nuestra tolerancia y ayuda, hemos elevado la moral de toda la comunidad, y cada uno de los individuos que la forman sabrán que ese es el trato que merecen y el que se fomenta. Eso es aprender a amar, y eso sí que se hace en comunidad. Un individuo, no aprende a amar solo.  

Claro que mi experiencia no implica que esa sea la realidad para todos. Seguramente habrá comunidades unidas que buscan el bien para todos. El asunto es, todos implica a todos los miembros de la comunidad, o a todos todos, incluso aquellos que como yo, no pertenecen por ser, casos extremos, seres distintos. No sé. Igual y la que está mal soy yo. En todo caso, estoy sola. No pertenezco a una comunidad y no sé si quiero intentarlo.   

Jesús, enséñanos a amar al individuo. Que la idea de un Cuerpo de Cristo no nos distraiga pensando que las células no son importantes. Que el hecho de no poder ver a uno, no se convierta en un pretexto para creer que no existe. Ayúdanos a comprender que ir a buscar a uno, es salvar a todos. Conviértenos en pastores capaces de dejar a 99 por ir a rescatar a uno. Y ayúdanos a crear comunidades formadas por individuos. Gracias. Te amo. 




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