Hoy no
hay cita, pero sí hubo lectura. Los últimos dos capítulos de Jueces describen
la guerra peleada con Guibea, pueblo de Benjamín por el crimen cometido. El
levita los acusó de haber violado hasta la muerte a su concubina. No les dijo
que él la entregó, por supuesto. Se hizo la guerra y después de demasiadas
muertes dejaron al pueblo de Benjamín sin mujeres. Entonces se describe cómo se
las arreglaron para darles mujeres, porque después de todo, es un pueblo de
Israel y no debe desaparecer ni una sola tribu. La solución fue grotesca y no
la describiré. Da tristeza ser mujer y ver que a lo largo de la historia hemos
sido consideradas casi ganado.
El
comentario de la Biblia Latinoamericana (2005) sobre el último capítulo de
Jueces (21, 1) nos dice: “Mientras no haya autoridad central y un rey que ‘juzgue’,
cada familia y cada tribu se siente obligada a defender y vengar a los suyos”.
Pero,
sinceramente creo que un factor aún más importante es esta incapacidad de
asumir la responsabilidad de los propios actos. Por ejemplo, el levita nunca
dijo que fue él quien entregó a su mujer para ser violada. Por ejemplo, cada
que iban a incursionarse en un enfrentamiento armado, “consultaban” a Yavé si
lo debían hacer o no, es decir, consultaban a los dados, que era la manera en
que se hacía en aquel entonces.
Lo
grave de todo esto es que sí había una autoridad: los levitas. Fue un levita
quien instigó al pueblo, sin asumir su actuar en la totalidad que debía, y
fueron los levitas los que aseguraron que “Yavé dijo: ataquen.”
Esto
no es un juicio contra Israel, aclaro. Pero leer sin intentar entender dónde
está el error, es volver a pretender que todo está bien si Dios lo dice. Y es
así como mucha gente lee la Biblia, y es así como se han cometido atrocidades
en nombre de Dios. No es Dios, entendido como un ser externo y lejano, quien
nos habla con dados o Biblias. Es el Espíritu de Sabiduría el que nos debe
mover, al que debemos invocar. ¿Qué puedo aprender de esto? Ante la luz que
Jesús enciende en nuestros corazones, ¿dónde está el error? ¿Me identifico con
alguien? ¿Cuál habría sido un actuar cristiano? ¿Qué trato se les da a las
personas en la narración? ¿Es ese un trato digno? ¿Alguien asumió la
responsabilidad de sus actos?
Muchas
respuestas no llegaran de inmediato. Eso es también un error: querer respuestas
inmediatas. La pregunta surge y la dejas flotar en ti. La respuesta llegará
cualquier día. O no llegará. Eso, el que llegue o no una respuesta, no es
prueba ni de que Dios existe ni de que no existe. Querer entender a Dios en
términos de sí o no, es absurdo. Después de todo Dios es un Misterio. Y
mientras la pregunta exista, estás inmerso en el misterio y tu corazón está
dispuesto a entrar en él. La pregunta, no la respuesta, es el camino a la
sabiduría, a Dios. Además, la pregunta te mantiene humilde ante el misterio.
Quien deja de preguntar tiene sólo certezas y nada fomenta más la arrogancia
que tener la razón.
Bendito
eres Dios nuestro. Te agradecemos la gran interrogante que eres y la gran
disposición que tienes para dejarnos indagar tu misterio. Permítenos ser
humildes en nuestras preguntas y cautelosos en nuestras respuestas. Pero, sobre
todo, permítenos comprender y asumir que tanto las preguntas como las
respuestas son “nuestras”. Y nuestra es la obligación de edificarnos en un
pueblo digno de ti, de tu generosidad, de tu entrega y de tu disposición al
cambio, a la renovación, la trascendencia y la resurrección de nuestros
defectos, nuestras tormentas, nuestros dolores y nuestras penas. Bendito eres
por siempre Señor. Te amo.
Foto tomada de “Quieres estudiar una segunda Carrera”: http://news.urban360.mx/280934/quieres-estudiar-una-segunda-carrera-considera-lo-siguiente/
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