miércoles, 11 de julio de 2018

Espinas de poder


 

“Gadeón les respondió: «Ni yo ni mi hijo reinaremos sobre ustedes: Yavé será su rey». Gadeón añadió: «Lo único que les pido es que cada uno de ustedes me dé un anillo de su botín». Jue 8, 23-24

“(Jotam, desde la cima de un monte, alzó la voz y dijo:) Pues bien, ¿han actuado con lealtad y honradez al hacer rey a Abimelec?» Jue 9, 16a

Ha sido difícil decidir qué cita enfatizar en los capítulos 8 y 9 de Jueces, y no logré leerlos por separado, pues uno está ligado al otro y son una misma narración. Los comentarios de la Biblia Latinoamericana de 1972 nos dice: “Destacamos el párrafo 8, 22-31, en el que se vislumbra por primera vez en la Biblia el deseo de un rey. Los israelitas necesitaban formar una nación, lo que sería un gran progreso después de la anarquía de las tribus desunidas y desorganizadas, [… sin embargo] el libro de los Jueces anota la negativa de Gadeón a ser rey: Yavé tiene que ser rey de ustedes. Desgraciadamente, Gadeón pide oro, en vez del poder, y con esto el héroe destruye todo lo que hizo por su pueblo.” 

¿Por qué lo destruye? Utilizó el oro para hacer un ídolo (un efod, vestimenta sacerdotal) que atrajo gente para que hagan y, por supuesto, paguen por hacer, sacrificios y consultas. El dinero, además, le dio el lujo de tener tantas mujeres como quiso. Llegó a tener hasta 70 hijos, entre ellos Abimelec, que no fue hijo de una esposa (se podía tener más de una esposa), sino de una concubina. En este muchacho, Abimelec, se despertó la ambición, tomó el poder y se impuso como rey.

Pero Abimelec no se hizo del poder a la buena, se alió con los hermanos de su madre y mataron a todos aquellos que en determinado momento pudiesen reclamar el puesto de autoridad por ser hijos. Logró matarlos a todos, menos a uno: Jotam (o Yotam), el más joven.  

Fue Jotam quien los cuestionó a gritos desde un monte: ¿Han actuado con lealtad y honradez? Para cuestionarlos les dice una hermosa y sencilla fábula, que te invito a que leas por ti mismo en Jueces 9, 7-20. Aquí sólo lo resumo: Los árboles buscaban un rey y pidieron a diferentes árboles que asumieran el trono, pero se negaban y respondían: ¿voy a renunciar a lo que soy para ir a mecerme por encima de los árboles? El único que no respondió eso fue la zarza (que más que árbol es un arbusto lleno de espinas): si es verdad que vienen a mí con sinceridad, entonces acérquense a mi sombra, pero si no fuera así, que brote de mí fuego y los devoré (recordemos que Yavé se presentó como una zarza en llamas frente a Moises por primera vez). O sea, ¿en serio quieren que yo, que estoy cubierta de espinas, los cobije, o sólo buscan utilizar mis espinas para imponer su voluntad? Toda corona es, al final, una carga de espinas que provoca sufrimiento y anula toda posibilidad de crear conciencia (se entierra en nuestra mente y atormenta nuestros sentidos).
“Al relatar estas cosas,” nos explica el comentario de la Latino, “la Biblia aclara la historia de todos los tiempos. Hace resaltar los límites de los hombres famosos y lo frágil de la liberación que se puede esperar de ellos.” 

El comentario concluye: “Pensemos en la tentación de la plata y del poder que desvía a muchos líderes del pueblo y hace de ellos nuevos opresores o nuevos ricos sin conciencia.” 

Y en la versión del 2005 complementan: ¿Hay que concluir que toda acción política es inútil? “Hablar de política es hablar de poder y el poder corrompe a los que no tienen una conciencia sólidamente formada.” 

Jesús, Dios Padre, Espíritu de Verdad, Bondad y Belleza, despierta en nosotros el deseo ardiente de edificar nuestra conciencia. No nos permitas alimentar nuestras mentes con las espinas de la mentira, el poder, el dinero, el deseo de destacar por encima de los demás. Si no somos capaces de vivir en la simplicidad del servicio, no nos permitas llegar a la complejidad de administrar el servicio de otros, coronados con las espinas del sacrificio que el poder nos permite imponer en los demás. Mi Bien, si hemos de adquirir poder, que sea bajo la norma de la lealtad y la honestidad. Que no justifiquemos con mentiras nuestras intenciones, a veces escondidas incluso a nuestros ojos, pues tanto así deseamos creer que tener buena voluntad basta, que eso justifica todo. Que tu Fuego purifique nuestra conciencia, antes de atrevernos a creernos dignos de ejercer el poder en Tu Nombre. Te amo. 




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