"Yavé dijo a Gadeón: «El pueblo que te acompaña es demasiado. Si entregara a Madián en tus manos, Israel podría vanagloriarse a costa mía. Diría: Yo mismo me he librado.” Jue 7, 2
Qué
importante es reconocer nuestras debilidades, defectos, inseguridades, miedos,
angustias, dolores. Ser vulnerable suele ser visto como algo negativo, algo que
“no debemos ser” para ser respetados. Pero la “fuerza” no genera respeto por sí
misma, genera miedo. La gente que impone su fuerza lo hace con miedo, y para
provocar miedo.
Esas
personas quieren que te sometas. Saben que la única manera de tener poder es
imponiéndose, dominando, colocando su bota en el cuello del otro. Buscarán
siempre tenerte en el suelo, nunca trabajarán para que crezcas, te desarrolles,
aprendas. Nunca reconocerán tus logros ni agradecerán tu ayuda. Para ellos,
ayudar es “tu deber”, y tu logro es el suyo, no el tuyo, porque tú trabajas
para ellos, y eso que haces es lo que te toca hacer ante la autoridad que
representan. Su poder está en la “autoridad” que creen tener. Una autoridad alimentada
por el miedo. Y viven imponiendo su autoridad precisamente porque tiene miedo
de que se descubra lo cobardes que realmente son.
Pero
como asegura Pablo, cuando le pidió a Dios en vano que le quitara un “aguijón”
que le atormentaba: “pero me dijo: «Te basta mi gracia, mi mayor fuerza se
manifiesta en la debilidad»”. Para Pablo, ese aguijón, que a ciencia cierta no
sabemos qué era: lo guardaba de todo orgullo. (2 Co 12, 7 y 9).
En
este capítulo de Jueces, el ejército de Israel paso de tener más de 22 mil
hombres a tener 300, y ganaron la batalla no con fuerza, sino aprovechando el
miedo que el enemigo tenía al saber que Dios estaba del lado de Israel. No hubo
más que elevar antorchas y hacer mucho ruido. “En el campamento todos se
pusieron a correr, gritar y huir.” (Jue 8, 21b).
Jesús,
Amor mío, perdona nuestro orgullo y quítalo de en medio. Haznos débiles y danos
necesidad de ti. Que no nos vanagloriemos a costa tuya. Que siempre reconozcamos
que, si tenemos cualidades, habilidades o poder, es para tu servicio y el
servicio que le debemos a los demás, no para alimentar nuestra autoridad y
enorgullecernos de “lo buenos que somos”. Es para para alimentar las
habilidades y la fuerza de aquellos a los que servimos. Es para encender luces
y colocarlas sobre las mesas, no debajo, donde no puedan brillar.
Mi
Bien, hazme débil y dame necesidad de ti. Que mi orgullo sepa bien quién es el
verdadero dueño de mis capacidades. Que no exista en mi la certeza de estar en
lo correcto. Que viva dispuesta a “sentir” mis errores. Que nunca justifique
mis abusos. Que siempre agradezca la gracia que me brindas con tu presencia, tu
aceptación y tu amor, y reconozca que, si me los das a manos llenas, no es por
mis méritos, sino por tu bondad. Hazme débil y dame necesidad de ti. Así sea
siempre. Te amo.
Foto tomada de: http://wisgoon.com/pin/12656843/
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