"En aquel tiempo,
la profetisa Débora, mujer de Lapidot, juzgaba a Israel. (Mandó a llamar a
Barac, pues Yavé le entregaría Sísera, jefe del ejército de Yabín.) Barac le
respondió: 'Si vienes conmigo iré, pero si no vienes no iré'. Ella le dijo:
'Muy bien, iré contigo, pero estás empezando mal, y la gloria de esta
expedición no será para ti; Yavé pondrá a Sísera en manos de una mujer.'"
Jue 4, 4, 8 y 9a
Es difícil escuchar,
eso siempre cuesta. Pero para muchos hombres escuchar a una mujer es
particularmente complicado. Y no sólo hay razones, digamos, emocionales para
ello, sino físicas también. De entrada las mujeres hablamos mucho, el tono de
nuestra voz es más agudo, y difícilmente vamos al punto. Todos estos factores,
está visto, irritan a la mayoría de los hombres, cuya mente suele ser más
directa, cuyo oído escucha mejor tonos graves, y que son de pocas palabras: al
grano, ¿qué quieres?
Por ejemplo, si yo
quiero decirle a mi esposo que necesito que me ayude a, digamos, barrer el
patio, le explicaré primero todo lo que necesito hacer antes de las 10 de la
mañana y que ya son las 8, le diré todos los planes que tengo en el día, todos,
le diré cómo dormí, como me siento y cómo quiero sentirme después, y todo eso
lo creo necesario para que entonces pueda comprender que necesito que hoy barra
él el patio. Todo eso para él es bla, bla, bla, bla, bla, bla... Él me
mirará con desesperación porque no ha comprendido ni la mitad de lo que le he
dicho (¿qué tiene que ver lo que vas a hacer en la tarde con que barra el patio?).
Al final, no sabrá con certeza qué quiero. Yo me sentiré incomprendida. Me
enojaré y le diré, "ya déjalo, yo lo hago." Tomaré la escoba y a
barrer. La casa, la familia, el hogar, entonces, funciona, pero está en manos
de la mujer. El hombre, que tampoco suele ser pro-activo en funciones que no
impliquen un "triunfo" (no alcanza a ver la relevancia de barrer un
patio para hacer una hogar funcionar), levantará los hombros y seguirá en lo
que sea que le interesa en ese momento. Sin saberlo, el hombre le ha dado a
ella “su poder”. Ha renunciado a su gloria. Y aunque barrer un patio no
parezca gloria, lo es, porque todo detalle que construye un hogar, una familia,
un lugar de refugio, es trabajar por la gloria del Reino. Y en casa, el rey
debe ser el hombre, y la reina, la mujer. Si no gobiernan, es decir, juzgan y
actúan, unidos, habrá victoria, pero no gloria. Las cosas funcionarán, pero sin
armonía, sin solidaridad, y bajo el la pesada carga del sacrificio.
Lo curioso es que ambos
se sentirán sacrificados, pero será difícil que vean cómo se han sacrificado el
uno al otro. Él sentirá que el único que se sacrifica es él y ella que la única
que se sacrifica es ella. El problema es que han "empezado mal", y
quien mal empieza, mal puede terminar. La buena noticia, la que nos trajo
Jesús, es que no tiene que ser así. Hace falta sacrificarnos ambos, todos, para
construir un Reino juntos, refugio donde todos seamos uno y seamos vistos,
escuchados y amados.
Pero eso implica
aprender a juzgar y a confiar en el juicio de otros. Y, en especial para los
hombres, implica reconocer que aún con todo lo difícil que pueda ser escuchar a
una mujer, hay que hacer el esfuerzo y escucharla. La mujer no sólo es
físicamente "la mujer". La mujer representa ese lado femenino que hay
en todo ser humano. Sí señores, ustedes también tienen su lado femenino, se
cerebro "no lineal y directo", su sensibilidad para el amor, la
entrega, la comprensión. Ustedes también pueden ser dulces, tiernos, amables,
cariñosos. Ustedes también abrazan a sus hijos, los alimentan, los estimulan,
los miman e impulsan.
Hoy en día hemos
empoderado mucho a la mujer, porque ella también tiene su lado masculino, y
puede ser ruda, fuerte, emprendedora, decidida. Nuestras niñas, hoy, juegan con
los carritos, juegan fútbol, básquet, en fin, todo lo que sea aventarse al
suelo, competir, luchar, se vale. Hay incluso vídeo juegos en los que la
protagonista es una mujer (y lo juegan hombres, muy interesante) que no es
delicada ni princesa y no necesita ser rescatada, es ella quién rescata.
Hoy la imagen de la
mujer es la de una guerrera. Uno de los mejores héroes de los
"Avengers" por ejemplo, es la Viuda Negra, que no tiene poderes,
eh... Ella es una guerrera entrenada y es una víctima redimida que al inicio de
su lucha era una, digamos, villana (era espía, vaya) . Y sin poderes especiales
está a la altura de Thor (un dios), Iron Man (un genio), y Capitán América (un
avance, digamos, científico y tecnológico para potencializar capacidades
humanas). Es, además, la única capaz de tranquilizar a Hulk (comprende su dolor
y lo ama). Pero, nadie nos va a contar nunca su historia, o eso creo, sería muy
arriesgado. ¿Por qué? Es demasiado cruda. Ella adquirió toda su capacidad con
mucho sufrimiento de por medio, abusos, maltratos y una enorme necesidad de
sobrevivir.
Hemos empoderado a la
mujer, precisamente porque nuestras historias se han alimentado de mucho
sufrimiento, abusos, maltratos y una enorme necesidad de sobrevivir. Pero al hombre
le seguimos haciendo creer que es, por el simple hecho de ser hombre,
"súper". Y eso también es una carga cruel. Toda muestra de cualidades
femeninas se ven como una amenaza a su masculinidad. De modo que desarrollar su
lado femenino implica, erróneamente y para muchos, dejar de ser
"hombres". Por ejemplo, si unos padres ven a su hijo tomar una muñeca
y arrullarla en sus brazos, lo común es que se le diga que eso es juego de
mujeres, y mejor se le dé un balón o un carrito. ¿Y nos preguntamos por
qué hay tantas madres solteras? ¿Dónde están los hombres que engendraron a esos
hijos? Si nunca jugaron a ser padres, ¿por qué querrían serlo? Cada que hacemos
distinciones entre esto es de mujeres y, esto es de hombres, le quitamos poder
a la persona.
Jesús, ayúdanos a dejar
de sacrificar personas en aras de un mundo dividido entre hombres y mujeres.
Ayúdanos a crear un mundo de territorios en el que logremos encontrarnos a mitad
del camino. El hombre tiene que aprender a pensar y sentir un poco más como mujer,
y la mujer a expresarse y pensar un poco más como hombre. Danos, Padre Bueno,
la capacidad para empoderarnos todos. Porque somos hechos a imagen y semejanza
tuya: hombre y mujer. No
una ni lo otro. Te amo.
Foto tomada de “Jugar con muñecos ayuda al desarrollo de niños y niñas”:
http://www.laprensa.hn/familiayhogar/884336-410/jugar-con-mu%C3%B1ecos-ayuda-al-desarrollo-de-ni%C3%B1os-y-ni%C3%B1as
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