miércoles, 25 de julio de 2018

Tú eres Aire



“Puso al niño el nombre de Icabod (¿Dónde está la Gloria?) porque dijo: «La Gloria ha sido arrancada de Israel». Pensaba tanto en el Arca como en su suegro y en su marido. Al decir: ‘La Gloria’, se refería al arca de Dios.” 1 Sam 4, 21-22

Para que se comprenda mejor la cita hay que tomar en cuenta que quién acaba de dar a luz ha sido la nuera del sacerdote Helí, aquel que no supo poner un alto a los excesos y abusos de sus hijos. Los filisteos decidieron atacar a Israel, tras una primera derrota Israel trajo el Arca de Yavé, para que Dios esté con ellos y obtengan la victoria. Pero los masacraron y se apoderaron del arca. Israel, al parecer, lo perdió todo. Helí y sus hijos murieron. La mujer dio a luz un niño huérfano de padre. Sin esperanzas ya, ella preguntó: ¿Dónde está la Gloria?

En momentos así, cuando la gloria nos ha sido arrebatada, cuando nos han quitado lo único que creíamos nos acercaba a Dios; cuando los seres que amamos han sido una decepción y no cuidaron la confianza que hemos puesto en ellos; cuando nos pesa haber creído y damos luz a frutos sin esperanza, entonces la Gloria de Dios es algo que se antoja inexistente. No lejano, no inalcanzable, inexistente. ¿Dónde está la Gloria de Yavé? ¿Dónde está nuestra fe? ¿Dónde está Dios que no responde?

Mi Amor, no nos permitas buscar nuestra fe en un arca, en una iglesia, en un templo, en un sacerdote, en una oración, en un rosario, en esperanza de triunfos, en éxitos que siempre serán pasajeros. Recuérdanos que el instrumento no eres Tú. Que Tú estás en cada átomo que nos conforma y nos rodea. Que tu Gloria no ha desaparecido, por vencidos que pudiéramos encontrarnos, por absurdo y triste y solitario que sea el despertar, la tarde y el anochecer. Tu Gloria no es un premio, una victoria, un día feliz. 

A veces, las palabras sobran y los rezos estorban. Hay tanto vacío que no hay palabras que puedan llenarlo. Pero el aire todo lo llena. Tú eres Aire. A veces, para encontrar tu Gloria basta con respirar: inhalarte y exhalarte. Respirar y sentir tu Aire invadir las venas. Esa sangre es Tu Sangre, y es bendita porque en Ti somos benditos. Y estamos en Ti. Estamos sumergidos en una Gloria que nada tiene que ver con ganar, vencer, dirigir, ser juez, juicio o juzgado. Existimos en Ti, para Ti y por Ti. Eso es vivir la Gloria que te define: existir. 

Gracias por la posibilidad de existir. Aún vencidos existir es Gloria. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Esa es nuestra verdadera fe. Te amo. 






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