“… pero los más malos y mañosos de sus acompañantes tomaron la palabra: «Ya que esos hombres no vinieron con nosotros (a atacar a unos salteadores que se había llevado todo, incluyendo a sus mujeres e hijos), no les daremos ninguna cosa del botín que hemos ganado. Sólo les devolveremos a sus mujeres e hijos y dejaremos que se vayan. Pero David les dijo: «No, hermanos, no hagan tal cosa después de lo que Yavé ha hecho por nosotros. Vean cómo nos protegió entregando en nuestras manos a esa banda de salteadores que habían venido a atacarnos. ¿Quién podría estar de acuerdo con ustedes? El combatiente y el que custodia el equipaje tendrán partes iguales. Desde ese día, esta ha sido la regla y a pasado a ser una costumbre en Israel. Cuando regresó a Siclag, David envió una parte del botín a los ancianos de Judá…[y a todos los lugares que había frecuentado David con sus compañeros; cada uno recibió su parte.” 1 Sam 30, 22-26a y 27b
Muchos de nosotros sabemos que el problema de la
pobreza y el hambre no es que no haya suficiente para todos, es que “el botín”
está mal distribuido.
“El 82% de la riqueza creada en el mundo el año pasado
fue para el 1% más rico de la población.” Así lo afirma el Informe Oxfam, que año
con año se publica y da a conocer durante el Foro Económico de Davos (en Suiza),
en el que, también año con año, lo más selecto de la élite política y mundial
se reúne.1
Oxfam es un movimiento global que trabaja en 94 países
para poner fin a la injusticia de la pobreza y acabar con la desigualdad. En su
página de internet de Oxfam México, se describen así: “Somos personas en México
y en todo el mundo que trabajamos como voluntarias, recaudadoras de fondos,
activistas, investigadorxs, expertxs en políticas públicas, ingenierxs de
agua, estudiantes, mujeres que defienden sus derechos y personas como tú que
han decidido tomar acción por el cambio.” (La x no es un error, ex una postura
asumida por Oxfam.)2
La principal conclusión del informe presentado a
principios de este año, “muestra cómo la economía mundial posibilita que los
más ricos sigan acumulando vastas fortunas, mientras que cientos de millones de
personas luchan cada día para sobrevivir con salarios de pobreza.”
El asunto es que quienes tienen el dinero no terminan
de comprender que no es “suyo.” Tampoco estoy diciendo que sea de todos y que
el comunismo es la solución. Hay suficientes pruebas de que simplemente es otra
manera en que pocos abusan de muchos. Lo que quiero decir es que “el tener”
algo, no debería darte derecho a “exigir tener más” ni a lograrlo a través del “abuso”
de la humanidad del otro.
El asunto es que nuestra visión de “ganar” está muy limitada.
Pensamos que hay una relación entre el trabajo y la calidad del mismo, y el ingreso
que se obtiene. Pero no es así. Vivimos en un mundo injusto porque hemos dejado
de valorar lo verdaderamente valioso: las personas. Y nos enfocamos en lo no
tan valioso: el producto.
“A Dios lo que es de Dios y al cesar lo que es del cesar”,
así lo dice Jesús. (Lc 20, 25) Hace falta preguntarnos: Aquellas personas que
nos ofrecen el trabajo y los productos del mismo ¿qué buscan? ¿Servir al “ser”
o tener más dinero, poder, riqueza, comodidades, seguridad? ¿Y más importante
aún, cómo es su visión? ¿De corto plazo o de largo alcance? Es decir, ¿quieren
tener hoy o quieren crear las condiciones para que todos tengamos mañana?
Y cuando pensamos en términos de la pobreza extrema en
la que la mayoría de la población está inmersa, el corto plazo no es un periodo
de uno a cinco años, implica generaciones enteras. Tener una visión de largo
alcance significa que como humanidad nos necesitamos comprometer con una visión
del “ser”. Esta tendencia acumulativa no está haciendo nada más que destruir
vidas y el planeta. Seguir pensando en términos de qué es lo que yo “gano” hoy,
y no en términos de qué es lo que yo “hago” hoy para que nuestra mentalidad cambie
y se dirija al cuidado del “Ser”, de todo lo que “Es”, y que le da sentido a la
existencia, a la vida, es condenarnos al exterminio eventual no sólo de la vida
animal, sino del planeta y el hombre en su conjunto.
Comprendo que todos queremos ganar mejor, pero ese ganar
mejor muchas veces lo entendemos como “ganar más”, no “mejor”. Un empresario
que tiene su compañía, por ejemplo, buscará ganar más y lo hará con estrategias
que cuidarán el ingreso y minimizarán el egreso a través del sacrificio. Pero
no se sacrificará él ni sus ganancias, esas son intocables y sagradas. En lugar
de eso pagará menos y pedirá más trabajo; cuidará los tiempos de producción y
no la calidad del tiempo de sus empleados; exigirá mejor calidad, pero no necesariamente
proporcionar el entrenamiento que verdaderamente lleve un mejor desempeño, ni
empleará estrategias de motivación y crecimiento que le den a la persona un
sentido de logro y realización que vaya más allá del dinero que recibe, el
cual, además no le alcanza para vivir ni medianamente bien. Todo eso implica que
terminaremos con productos y servicios maquillados, bonitos, muy bien
presentados en términos de mercadotecnia, pero no necesariamente de excelencia,
y definitivamente no para todos.
Por su parte, el empleado, que se sabe explotado, que
siente el sacrificio diario que tiene que realizar para sacar adelante un
trabajo que pide mucho más de lo que da, buscará dar mucho menos de lo que se
pide. ¿Por qué? Porque trabaja para sobrevivir. Y es agotador trabajar para
sobrevivir. Antes solíamos decir que se trabaja para vivir, pero eso era cuando
la clase media era mayoría. Hoy ya es una especie en extinción. El sentido de
la vida empieza a ser un lujo, no una realidad para todos.
Incluso aquellos empleados que dan lo mejor de sí,
terminarán agotados y llegará un momento en que no podrán dar más. ¿Y qué
sucederá cuando su periodo laboral de años, de toda una vida quizá, termine? ¿O
cuando se enferme y no pueda continuar con el mismo ímpetu y las mismas ganas? Cosa
que, por otro lado, inevitablemente va a suceder dadas las condiciones
laborales que vive. El mundo con esta mentalidad de “cesar”, se convierte
entonces en un tren en movimiento que no espera a nadie. Y mientras te avientan
del tren porque ya no sirves, ni las gracias te darán.
Los abusos llegan incluso más lejos. Si quieren correrte
por la razón que sea, no lo harán. Te hostigarán, ignorarán, limitarán, hasta
que ya no soportes y renuncies. ¿Cuál es el fin? No darte el finiquito que
mereces. Ni eso te van a reconocer: el trabajo dado, el esfuerzo hecho. Para una
compañía, la que sea, “tu trabajo” no es más que una ganancia más a la que
tienen derecho, y no un derecho que tienes por la dignidad que debería brindar.
Esa es la mentalidad que necesitamos cambiar y
convertirla en una que le dé al ser lo que el ser merece y necesita,
precisamente porque “es”. Necesitamos crear una mentalidad que reduzca la
ganancia de ese uno por ciento de la población (el cesar), y la distribuye según
lo que el “cesar”3 debería representar: una élite política y
económica que cuida a la población que gobierna y sobre la que tiene injerencia,
es decir, una empresa, un organismo, una nación, un mundo, una humanidad en la
que todos ganemos.
Jesús, ayúdanos a darle valor al ser y no al dinero ni
a los productos inanimados que tan astutamente nos convence la publicidad que
necesitamos. Instrúyenos a usar sabiamente nuestro tiempo, de tal forma que le
demos tiempo al ser y no sólo a la necesidad de trabajar para sobrevivir. Enséñanos
a darle dignidad a la persona, y no sólo usar su dignidad como herramienta de explotación
y servicio ilimitado. Permítenos comprender que todo ámbito de acción en el que
nos desempeñamos es una oportunidad para darle al “ser” lo que necesita de tal
forma que pueda encontrar en su labor la alegría de la entrega, y la satisfacción
de la mejora personal, y no la tortura del sacrificio sin sentido y en exceso. Y
danos la voluntad de darle un mayor valor a nuestra humanidad y a la vida de
este planeta, del cual somos responsables nosotros. Que no seamos malos y
mañosos, como los compañeros de David que lo querían todo para ellos, y que así
sea en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Gracias. Te amo.
1. Neira, Armando. (27 de enero 2018). “En 2017
aumentó el abismo entre millonarios y pobres”, El Tiempo. Colombia. Tomado de: http://www.eltiempo.com/economia/sectores/desigualdad-aumento-en-el-2017-y-la-brecha-entre-ricos-y-pobres-175900
2. “¿Quiénes somos?” (2018). Oxfam México. Tomado de: https://www.oxfammexico.org/quienes_somos
3. El término «césar» se ha usado a menudo,
en los países de tradición cristiana, para identificar el poder temporal (en
contraposición al poder espiritual) o la esfera civil (en contraposición a la
religiosa). “Cesar (título)” (Jun. 2018).
Wikipedia. Tomado de: https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A9sar_(t%C3%ADtulo)
También la fuente de la foto es interesante:
También la fuente de la foto es interesante:
Foto tomada de “Muros en silencio, Santa Fe, Cuajimalpa,
México, D.F.”: http://lareplica.es/muros-en-silencio-santa-fe-cuajimalpa-mexico-df/
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