lunes, 20 de agosto de 2018

Dar dignidad es darlo todo


 
"Entonces le preguntó el rey (David): «¿Queda alguien de la familia de Saúl, para que yo lo trate como juré ante Dios?» Sibá (antiguo mayordomo de la familia de Jonatán) respondió: «Todavía queda un hijo de Jonatán, tullido de ambas piernas.» «¿Dónde está?», preguntó el rey. Y Sibá respondió: «Está en casa de Maquir, hijo de Ammiel, en Lodabar.» David mandó a buscarlo a la casa de Maquir. Llegando al lado de David, Mipibaal, hijo de Jonatán y nieto de Saúl (anterior rey), se inclinó hasta tocar el suelo con su cara. David dijo: «Mipibaal.» Y él respondió: «Soy yo, para servirte.» David le dijo: «No temas, porque quiero tratarte con benevolencia, por amor a tu padre Jonatán. Te de volveré todas las tierras de Saúl, tu padre, y todos los días comerás a mi mesa.» Mipibaal volvió a inclinarse y dijo: «¿Quién es tu servidor para que te hayas fijado en un perro muerto como yo?»"  2 Sam 9, 3-8

La cita es de la Biblia Latinoamericana en su edición de 1972. Elegí esa edición y no la de 2005 por una palabra: muerto. En la edición más reciente cuando Mipibaal vuelve a inclinarse y pregunta: «¿Quién es tu servidor para que pongas atención en un perro despanzurrado como yo?»

Creo que la imagen de un perro despanzurrado no es tan clara como un perro muerto. Cuando decimos muerto sabemos bien a qué nos referimos. Pero cuando decimos despanzurrado, no queda muy claro si está tirado de panza o qué. 

¿Porqué es esto importante? Porque la palabra muerto define de manera en que todos podemos entender, dónde está ubicado Mipibaal (llamado en la versión más actualizada Meribaal): está muerto. Es un tullido, enfermo, descartado. No tiene dignidad pues nadie se la ha dado. Además, para muchos, su mal es la consecuencia de sus pecados y los pecados de su padre. No merece el favor de Dios, ¿cómo va a merecer el favor de los hombres? 

Pero David lo trató con dignidad: le dio las tierras de su padre y abuelo, y le dio un lugar en su mesa. Y la sorpresa fue tal que Mipibaal o Meribaal, como más les guste llamarlo, no supo más que postrarse con el rostro en tierra y dar gracias. 

Es fácil creer que ese gesto fue humildad, pero ese gesto significa humildad cuando quien lo hace tiene su cabeza tan en alto que le implica un esfuerzo grande. Pero para Meribaal, fue el gesto con el que se trata siempre y define lo que “siente” es: un perro muerto, despanzurrado, cuyas entrañas ya han sido descuartizadas y que no vive en sí mismo. Pero David lo invitó a su mesa, es decir, tal y como lo dijo, le regresó su dignidad, lo levantó del suelo y, esto es muy importante, con acciones le regresó lo que por derecho es suyo: la dignidad de ser hijo de su Padre. Sin acciones, podemos decirle a alguien lo mucho que lo valoramos, pero si le niegas la participación, la posibilidad de convivir, la escucha, si no reconoces sus bienes o cualidades natas (las tierras de su padre y abuelo), vaya si no lo integras en su totalidad (eso es estar en una mesa), entonces no le estás dando dignidad, le estás ofreciendo tu lástima. Le darás, sí, pero siempre y cuando se mantenga humilde en el suelo y sepa su lugar. Meribaal sabía su lugar y se sabía perro, pero tomará mucho tiempo para que comprenda lo que esa dignidad de hijo implica. Por eso David lo dijo así: “todos los días comerás a mi mesa.” Afortunadamente para él, ya hay alguien que le dará un lugar en la mesa y a fuerza de recibir un trato digno, volverá a sentirse humano y no perro, vivo y no muerto.   

Jesús, enséñanos a distinguir entre la humildad de alguien y su disposición a ponerse, como suele decirse, en el suelo de tapete para que otros lo pisen. Ayúdanos a cambiar la manera en que se ven a sí mismos, y a regresarles la vida al tratarlos con dignidad. Abre nuestros ojos a la verdad de que todos somos hijos merecedores de su Padre y permítenos establecer estrategias para que todos nos sintamos y nos sepamos incluidos, integrados y respetados en nuestra dignidad. No nos dejes ofrecer lástimas, por favor. Que comprendamos que la lástima se da una vez, pero la dignidad se ofrece para siempre. Gracias Padre Bueno, Jesús Amado y Espíritu de Verdad. Te amo.




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