“Ese día sintió David un verdadero temor por Yavé y se
dijo: «¿Y el Arca de Yavé va a entrar en mi casa?» David no quiso pues guardar
el Arca de Yavé en su casa, en la ciudad de David, y ordenó que la llevaran
donde Obed-Edom de Gat. El Arca de Yavé permaneció tres meses en casa de
Obed-Edom de Gat, y Yavé bendijo a Obed-Edom y a toda su familia.” 2 Sam 6,
9-11
El temor por Yavé que sintió David fue debido a la
muerte de Uza, una de las dos personas que custodiaban el Arca mientras la
transportaban a Jerusalén. La transportaban en una carreta jalada por bueyes.
Los bueyes dieron un paso en falso y al querer sujetar el Arca, Uza la tocó y
murió. Sin duda un accidente. No creo que tenga que ver con un castigo de Dios.
Pero así se interpretaban las cosas en aquel entonces, y aún hoy, hay quienes
todo, bueno o malo, lo califican como “la voluntad de Dios”. Pero yo no creo
que todo sea voluntad de Dios. No somos sus títeres. Somos sus hijos y somos
libres ante sus ojos. Hay cosas que simplemente suceden y otras que provocamos
o contribuimos a que sucedan. Lo que Dios sí hace es encontrar la manera de
bendecirnos pase lo que pase. Hay que dejarlo actuar, claro. Sin nuestra
voluntad de por medio, nadie puede ayudarnos, ni siquiera Dios.
Mas no es eso lo más relevante que puede resaltarse
aquí. Eso, lo relevante se puede encontrar con mayor claridad en el comentario
de este pasaje de la Biblia Latinoamericana (2005), el cual señala el
paralelismo entre esta cita y Lc 1, 43 y 56. Estos versículos de Lucas se dan
en el contexto de la visita que María hizo a su prima Isabel estando embarazada
de Jesús para ayudarla en su condición de embarazo también. En este caso, nos
dice el comentario, María representa el Arca de la Alianza, pues así como el
Arca de Yavé contenía la Ley de Moises, María llevaba en su vientre al mismo
Dios, que, “al hacerse hombre, venía a pactar la Alianza definitiva con todos
los pueblos del mundo.”
- “¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor?” Lc 1, 43
- “«¿Y el Arca de Yavé va a entrar en mi casa?» 2 Sam 6, 9
- “María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa.” Lc 1, 56
- “El Arca de Yavé permaneció tres meses en casa de Obed-Edom de Gat, y Yavé bendijo a Obed-Edom y a toda su familia.” 2 Sam 6, 11
Es sano temer a Dios. Comprender que no estamos
exentos de equivocarnos. Por eso el temor debe llevarnos, no a paralizarnos
ante la acción, sino a darnos tiempo para meditar y para permitir que su
Alianza trabaje en el silencio de nuestros corazones y nuestras almas.
Precisamente porque Dios no es un titiritero ni su
voluntad es intransigente, necesitamos darle y darnos tiempo para ablandar
corazones, estimular ánimos y obrar milagros permanentes, no llamaradas de
petates que se encienden para extinguirse antes que después. Y siempre,
siempre, siempre necesitará de nuestra voluntad y buen ánimo hacia la toma de
consciencia y el cambio personal. Sin eso, siéntate a esperar y lamentarte por
tu mala fortuna, o a vanagloriarte por tus buenas intenciones y tu noble
corazón. Sin la toma de conciencia y el cambio personal permanente, estarás
lavándote las manos de tus responsabilidades y sacrificaras a otros, y lo harás,
he aquí lo triste, sin siquiera darte cuenta. Has dejado de temer a Dios.
Jesús, temo que llegará el día en que tendré que
dormir una hora extra antes de sentarme a leer y escribir mi oración del día. Siempre
la empiezo muy temprano, y últimamente no logro terminarla sino hasta ya
entrado el día, o, como es el caso de hoy, la noche. El “tren en movimiento que
no espera” empieza a marcar sus límites y sus tiempos, y reclamará mi todo para
hacer frente al ajetreo diario del subsistir.
Yo sé muy bien que no soy digna de que entres en esta
mi alma, y por eso me despierto más temprano que todos en casa y hago un
esfuerzo porque darle orden a mis pensamientos, emociones y temores.
Te necesito. Necesito pasar tiempo a tu lado, leer
contigo y conversar con el lenguaje de un teclado que es, para mí, música que
busca alabarte y glorificarte en todo lo que emite y en todo lo que narra. Sé
perfectamente que no represento la verdad, tan sólo la busco y puedo
equivocarme. De modo que no me juzgues por mis errores o la imposibilidad de
ofrecer mi tiempo en la totalidad que quisiera darlo. A veces, el tiempo ya no
es mío, por muy libre que me digan que soy, y me debo a las cosas que tengo por
hacer, que siempre me rebasan.
De modo que, si llega el día en que no lo logre, en
que no pueda leer todo lo que me amas y yo responder lo mucho que te amo
también. Si llega el día en que esta correspondencia de amor no pueda darse, recibe
mi amor y entrega en el silencio de mis actividades y en las imágenes de mis
sueños. Te lo pido porque mi vida sin Tu presencia no es nada.
En casos así, gesta en mí Tu semilla y dame la
confianza de Tu existencia en el Arca de mi corazón. Habita este pequeño rincón
del mundo que soy, que somos cada uno de nosotros. Para que sea Tu Reflejo y Tu
Presencia la que guíe nuestras interacciones y nos haga buscar el camino que
eres, la vida que brindas, y la verdad que te define. En el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea. Te amo.
Foto tomada de Pxhere: https://pxhere.com/es/photo/628885
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