jueves, 16 de agosto de 2018

Temor de Dios


 
“Ese día sintió David un verdadero temor por Yavé y se dijo: «¿Y el Arca de Yavé va a entrar en mi casa?» David no quiso pues guardar el Arca de Yavé en su casa, en la ciudad de David, y ordenó que la llevaran donde Obed-Edom de Gat. El Arca de Yavé permaneció tres meses en casa de Obed-Edom de Gat, y Yavé bendijo a Obed-Edom y a toda su familia.” 2 Sam 6, 9-11

El temor por Yavé que sintió David fue debido a la muerte de Uza, una de las dos personas que custodiaban el Arca mientras la transportaban a Jerusalén. La transportaban en una carreta jalada por bueyes. Los bueyes dieron un paso en falso y al querer sujetar el Arca, Uza la tocó y murió. Sin duda un accidente. No creo que tenga que ver con un castigo de Dios. Pero así se interpretaban las cosas en aquel entonces, y aún hoy, hay quienes todo, bueno o malo, lo califican como “la voluntad de Dios”. Pero yo no creo que todo sea voluntad de Dios. No somos sus títeres. Somos sus hijos y somos libres ante sus ojos. Hay cosas que simplemente suceden y otras que provocamos o contribuimos a que sucedan. Lo que Dios sí hace es encontrar la manera de bendecirnos pase lo que pase. Hay que dejarlo actuar, claro. Sin nuestra voluntad de por medio, nadie puede ayudarnos, ni siquiera Dios. 

Mas no es eso lo más relevante que puede resaltarse aquí. Eso, lo relevante se puede encontrar con mayor claridad en el comentario de este pasaje de la Biblia Latinoamericana (2005), el cual señala el paralelismo entre esta cita y Lc 1, 43 y 56. Estos versículos de Lucas se dan en el contexto de la visita que María hizo a su prima Isabel estando embarazada de Jesús para ayudarla en su condición de embarazo también. En este caso, nos dice el comentario, María representa el Arca de la Alianza, pues así como el Arca de Yavé contenía la Ley de Moises, María llevaba en su vientre al mismo Dios, que, “al hacerse hombre, venía a pactar la Alianza definitiva con todos los pueblos del mundo.”


  • “¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor?” Lc 1, 43
  • “«¿Y el Arca de Yavé va a entrar en mi casa?» 2 Sam 6, 9
  • “María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa.” Lc 1, 56
  • “El Arca de Yavé permaneció tres meses en casa de Obed-Edom de Gat, y Yavé bendijo a Obed-Edom y a toda su familia.” 2 Sam 6, 11

Es sano temer a Dios. Comprender que no estamos exentos de equivocarnos. Por eso el temor debe llevarnos, no a paralizarnos ante la acción, sino a darnos tiempo para meditar y para permitir que su Alianza trabaje en el silencio de nuestros corazones y nuestras almas. 

Precisamente porque Dios no es un titiritero ni su voluntad es intransigente, necesitamos darle y darnos tiempo para ablandar corazones, estimular ánimos y obrar milagros permanentes, no llamaradas de petates que se encienden para extinguirse antes que después. Y siempre, siempre, siempre necesitará de nuestra voluntad y buen ánimo hacia la toma de consciencia y el cambio personal. Sin eso, siéntate a esperar y lamentarte por tu mala fortuna, o a vanagloriarte por tus buenas intenciones y tu noble corazón. Sin la toma de conciencia y el cambio personal permanente, estarás lavándote las manos de tus responsabilidades y sacrificaras a otros, y lo harás, he aquí lo triste, sin siquiera darte cuenta. Has dejado de temer a Dios.

Jesús, temo que llegará el día en que tendré que dormir una hora extra antes de sentarme a leer y escribir mi oración del día. Siempre la empiezo muy temprano, y últimamente no logro terminarla sino hasta ya entrado el día, o, como es el caso de hoy, la noche. El “tren en movimiento que no espera” empieza a marcar sus límites y sus tiempos, y reclamará mi todo para hacer frente al ajetreo diario del subsistir. 

Yo sé muy bien que no soy digna de que entres en esta mi alma, y por eso me despierto más temprano que todos en casa y hago un esfuerzo porque darle orden a mis pensamientos, emociones y temores. 

Te necesito. Necesito pasar tiempo a tu lado, leer contigo y conversar con el lenguaje de un teclado que es, para mí, música que busca alabarte y glorificarte en todo lo que emite y en todo lo que narra. Sé perfectamente que no represento la verdad, tan sólo la busco y puedo equivocarme. De modo que no me juzgues por mis errores o la imposibilidad de ofrecer mi tiempo en la totalidad que quisiera darlo. A veces, el tiempo ya no es mío, por muy libre que me digan que soy, y me debo a las cosas que tengo por hacer, que siempre me rebasan. 

De modo que, si llega el día en que no lo logre, en que no pueda leer todo lo que me amas y yo responder lo mucho que te amo también. Si llega el día en que esta correspondencia de amor no pueda darse, recibe mi amor y entrega en el silencio de mis actividades y en las imágenes de mis sueños. Te lo pido porque mi vida sin Tu presencia no es nada.

En casos así, gesta en mí Tu semilla y dame la confianza de Tu existencia en el Arca de mi corazón. Habita este pequeño rincón del mundo que soy, que somos cada uno de nosotros. Para que sea Tu Reflejo y Tu Presencia la que guíe nuestras interacciones y nos haga buscar el camino que eres, la vida que brindas, y la verdad que te define. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea. Te amo.

 

Foto tomada de Pxhere: https://pxhere.com/es/photo/628885

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