“Tamar (hija de David) tomó los pastelillos que había
preparado y se los llevó a su pieza (la de su medio hermano Amnón, quien dijo
estar enfermo y pidió ella lo atendiera). Cuando ella se los presentó, la
agarró y le dijo: «Hermana mía, ven a acostarte conmigo». Pero ella le
respondió: «No, hermano mío, no me tomes a la fuerza, pues no se actúa así en
Israel. No cometas esta falta. ¿A dónde iría yo con mi vergüenza? Y tú serías
como un maldito en Israel. Habla mejor con el rey, que no se negará a darme a
ti». Pero él no quiso hacerle caso, la agarró a la fuerza y se acostó con ella.
“Pero luego Amnón la detestó. Era un odio más grande
aún que el amor que le tenía. Amnón le dijo: «¡Párate y ándate!» Ella
respondió: «¡No, hermano mío, no me eches! Eso sería peor que lo que acabas de
hacer». Pero no quiso oírla, sino que llamó a un joven que estaba a su servicio
y le dijo: «Échala fuera, lejos de mí, y cuando salga cierra la puerta con
candado». 2 Sam 13, 10b-17
¿A dónde irá Tamar, la hermana violada por su medio hermano,
ambos hijos de David, con su vergüenza? El caso es que no debería de haber
vergüenza, no en ella. La vergüenza pertenece completamente a Amnón, el hermano
violador, pero es una práctica común de todo violador y abusador, en cualquier
ámbito y de cualquier modo en que lo haya hecho, señalar a quien violó como
el/la único/a culpable de lo sucedido. Hombres y mujeres que después de violar
a un niño o niña, por ejemplo, aseguran que fueron los niños quienes los
sedujeron. Hombres que aún en pleno acto culpan a la mujer porque es
provocativa, o le aseguran que ellos están haciendo eso porque “eso” es lo que “ella
quiere”.
Los efectos de esta culpa son devastadores: Síndrome
de Estrés Postraumático, depresiones crónicas a lo largo de la vida, Trastorno Límite
de Personalidad, y tantas otras cosas que pueden sucederle a la psiquis de una
persona violada.
La culpa juega su papel y la víctima la asume
completamente, incluso se refuerza con las cosas que le dicen y se dice a sí
misma: ¿Pero, cómo se me/se te ocurrió ir ahí? ¿Pues claro, mira cómo te
vistes? ¿Eso te pasa por estar de volada? Y tantas otras.
La culpa es lo que más daño hace, y es también lo más
difícil de quitar. Lo es porque la psiquis busca compensar el daño y quiere
evitar que vuelva a pasar. La culpa da una sensación de cierto “control”. Si yo
hago o no hago esto o aquello no volverá a suceder. Pero la realidad es que
puede volver a suceder y, de hecho, las personas que han sido violadas soy más
susceptibles a sufrir violaciones y abusos de manera repetida a lo largo de su
vida. Algo se rompe en ellas y su autoestima llega a niveles tan bajos que
pueden terminar una y otra vez en relaciones destructivas.
Si te gustaría saber más acerca de los efectos de una
violación o abuso, puedes ver el artículo: Las consecuencias psicológicas de una violación. (1) Y si necesitas ayuda, te sientes morir por alguna razón que no
logras identificar, vives con constantes sentimientos de culpa, sientes que
abusan mucho de ti, o tienes cualquier molestia emocional, ya sea que puedas o
no definir la causa, busca ayuda. Todos necesitamos ayuda para superar muchas
de las cosas que nos suceden en la vida. Tampoco te estoy diciendo que es seguro que has sufrido una violación, no. Pero el abuso no sólo es sexual, y todo abuso o violación a nuestra persona física, emocional y espiritual tiene consecuencias. No estás solo/a, pero necesitas buscar
ayuda. El que busca encuentra. Al que toque se le abrirá. Y lo sé, a veces hay
que buscar mucho porque también existen lobos entre los corderos, pero sí hay personas
buenas que realmente quieren y pueden ayudarte. Busca y toca puertas. No pierdas la fe.
Cuando Jesús murió en la Cruz, solemos decir que murió
por nuestros pecados, pero te has preguntado ¿qué fue lo que murió con él: el
pecado? ¿Qué representa esa muerte?
Lo que murió fue la culpa del pecado. Para mí,
entender esto, vivirlo, colocar mis culpas en esa cruz y dejar que Jesús las
ponga en manos de Dios junto con su Espíritu, fue iniciar un camino de resurrección
con él. Como le he dicho a mi psiquiatra, a Jesús le tomó tres días, a mí
seguramente me tomará mucho más, quizá la vida entera, porque no soy Jesús. Pero
esa cruz, esa bendita cruz me regresa a la vida todos los días. Y no quiero
volver a vivir un solo momento sin tener a mi Padre en el corazón, a Jesús en
mi boca y mis palabras, y a su Espíritu en mi ánimo y deseo de resucitar como
una hija amada, valiosa, dulce, fuerte, inteligente y valiente. Sobre todo,
valiente.
Se requiere mucho valor quitarte la culpa de encima y
dársela a Jesús. Habrá muchas personas que interpretarán tus actos como una
irreverencia. Serás señalada y castigada. Vivimos una cultura de “abuso” y ni
cuenta nos damos, así que generalmente el abusador es “respetado y temido”,
nadie lo toca. Además, toma tiempo. Hay que perdonarnos más de 70 veces 7 y hay
que controlar los ánimos que nos llevan al deseo de venganza. Pero de eso hablaremos
mañana, que el capítulo 13 del Segundo libro de Samuel, tiene aún mucho que
decirnos.
Mi amado Jesús, gracias por esa cruz que nos señala el
camino de regreso. Gracias por estar ahí con nosotros, por no permitir que nos
sacrifiquemos ni nos sacrifiquen solos. Gracias por acompañarnos en la desesperanza
y la desdicha, y gracias mi adorado Jesús por el amor tan grande con que curas
las heridas, alivias los ánimos, estimulas el alma, das aliento y paz, exiges
valentía con dulzura y acompañas en la soledad. Te amo. Te amo con toda mi mente,
mi corazón y mi alma. Te amo.
(1) Vera González, Lorena. (2016, Agosto 3). “Las
consecuencias psicológicas de una violación”. La Mente es Maravillosa. Tomada
de: https://lamenteesmaravillosa.com/las-consecuencias-psicologicas-de-una-violacion/
Lic. Tere Uscanga, Psicóloga: 844 281 60 24
Dr. Pedro Luis García, Psiquiatra, Psicoanálisis, Neurociencias:
844 606 58 50
La
imagen del inició se tomó de un post de Facebook, se modificó (agregamos la cruz de la niña)
y le añadimos la imagen de la cruz y la cita. La cruz fue tomada de: https://unsplash.com/collections/901927/cross
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